Recuerda que en 21 días el cuerpo se acostumbra a los nuevos hábitos y te será más fácil conseguir tu objetivo de peso y salud .
Saltarse el desayuno es un error . Al levantarte es importante que actives tu metabolismo con un desayuno equilibrado que contenga proteína, grasa favorable e hidratos de carbono.
No dejes pasar más de una hora desde que te levantas hasta que desayunas. El cuerpo necesita comer cada 4 horas para equilibrar la hormona insulina, que regula el apetito y el almacenamiento de grasa.
Cuando comes cinco veces al día tu cuerpo se siente saciado y no llegarás a la comida o a la cena con un hambre voraz.
Una de las máximas de Dieta Coherente es no mezclar féculas (pan, patatas, pasta, quinoa, arroz, cuscús) en la misma comida debido a que suman sus efectos sobre la insulina, favoreciendo el almacenamiento de grasa corporal.
Según la cronobiología , es el peor momento del día para tomar hidratos, porque hay menor sensibilidad a la insulina y las calorías se almacenan en forma de grasa.
Merienda y cena de forma ligera y si necesitas tomar algo en la recena, mejor proteínas (una loncha o dos de jamón serrano o ibérico) que no te aportarán tantas calorías.
Si estás comiendo con el móvil, leyendo, viendo la tele etc., hará que tu mente se disperse y no seas realmente consciente de lo que has comido. Según un estudio del American Journal of Clinical Nutrition, las personas que comen distraídas suelen ingerir hasta un 50% más de calorías .
La digestión, empieza en la boca y cuánto más mastiques la comida más fácil será para tu organismo digerirla. Además, la sensación de saciedad tarda unos 15-20 minutos en llegar a tu cerebro. (Así podrás practicar el slow eating ).
Tu organismo acumula toxinas que deben ser expulsadas por la orina. Beber agua o infusiones es un hábito que debes practicar. Curiosamente cuanto más bebes, más sed tienes.
Tu paladar se puede educar tanto para el azúcar como para la sal. Acostúmbrate a leer las etiquetas para seleccionar los alimentos que menos contenido tengan de azúcar y de sal.
El exceso de azúcar activa la insulina y la sal favorece la retención de líquidos y el sobrepeso.
El dormir poco o mal afecta a nivel hormonal, facilita la conversión de calorías en grasa y que no tengas sensación de saciedad al comer.
Provoca el "hambre emocional" y hace que te lances a la comida basura o repleta de calorías para calmar tu ansiedad.
El estrés también activa la insulina, favorece que tu organismo acumule más grasa y que tus depósitos no se quemen (inhiben la lipolisis).
Además de la dieta es necesario que sigas un estilo de vida activo. Camina, pasea, monta en bici, sube las escaleras a pie y haz algo de tonificación muscular cada día.
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