belleza
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Nada grita verano con más alegría que una barra de labios coral. Y mientras que en esa época del año te atreves con ella sin problemas, cuando lo intentas en primavera el cambio de tonalidad se te hace muy cuesta arriba. Prueba a superar el reto por fases. Antes de lanzarte a los mandarinas o corales intensos, empieza siempre por suaves melocotones. También puedes intentar ligeras variaciones de tu tono habitual: mezcla un poco de naranja con tu rojo favorito.
Es el color de la temporada. De su versión más infantil a la más ácida. Pero el rosa tiene sus propias reglas. Si lo quieres mate, asegúrate de que tu piel luzca jugosa y radiante, porque, sin ese contraste, el rostro se verá apagado. Si te gusta empolvado, no te olvides del colorete o tu rostro se alargará hasta el infinito. Y si simplemente quieres probar con el sandía envidiable de las youtubers, recuerda aplicar una sombra champán sobre los párpados para que no se pierda la mirada. O apuesta por un eyeliner gatuno para un look sesentero.
Son violetas aterciopelados como los pétalos de una orquídea y en su versión translúcida y brillante sientan de maravilla. En mates opacos ya es otro cantar: no solo puedes acabar con un look gótico que no te va, además tienes que tener en cuenta que, con excepción de la pieles claras con subtonos azulados, al resto del universo le echa años encima. Pero si te ciñes a acabados lacados, como el del nuevo Dior Addict Lacquer Stick, descubrirás que el morado tiene la capacidad de seducción del rojo y la naturalidad del rosa.
Es perfecto para cualquier ocasión, porque crea unos labios elegantes que además te permiten amplificar el resto del rostro. Lo mismo aguantan un eyeliner que unas sombras intensas. Lo difícil no es combinarlo, lo complicado es encontrar el nude perfecto.
Si eres muy pálida, busca tonos con pigmentos rosas.
Si tu piel es clara y rosácea, necesitas un toque de marrón ligero para que el labial no se funda con tu cara.
Si eres morena con subtonos oliváceos, necesitas tonos caramelo con acabado en brillo.
Si tu tez es tostada con tendencia al bronce, te puedes atrever con colores más suaves que el tono de tu piel.
Siguen su reinado imbatible, aunque convivan en paz con todas las demás posibilidades. En las pasarelas se han visto en todas sus versiones: jugosos y brillantes, como en los años 80; mordidos y difuminados; satinados y sutiles; mates y empolvados... Elijas la opción que elijas, el look que impera como acompañamiento es el no makeup: pieles perfeccionadas con base, pómulos magníficos con un toque de iluminador y apenas una pasada de máscara en la mirada.
Por muy atrevido que te parezca, el rosa en su versión más neón le sienta bien a todo el mundo. ¿Quieres razones? Pues porque destaca en las morenas y porque recupera la vitalidad de las pieles blancas. Si lo que te echa para atrás es la atención que van a conseguir tus labios, empieza por un brillo con color o por un tinte en gel antes de intentar la cremosidad de un barra. Eso sí, si eres de labios finos, evita los fucsias profundos, porque oscurecen y aplanan el centro, que es justo donde necesitas volumen.