Maquillaje que favorece, con Alma Jodorowski y Lucía Pica

Si el chic sin esfuerzo, ese santo grial de la elegancia que se atribuye a las parisinas, ha existido alguna vez, no tenemos ninguna duda de que Alma Jodorowsky es la mujer capaz de encarnarlo. Y con una naturalidad pasmosa: la que da haber bebido la ciudad desde la cuna. Hija y nieta de artistas (sus padres son actores de teatro; y su abuelo, el fundador de la psicomagia y cineasta vanguardista Alejandro Jodorowsky), Alma es la esencia del París moderno.

En ella, que divide su tiempo y su talento entre la música y la interpretación, l a fascinación por la magia del maquillaje surge de observar a su madre entre bambalinas: "Se transformaba por obra y gracia de los colores -cuenta-; se metía en los personajes a través de las pinturas, de las barras de labios". Las suyas son siempre rojas y de Chanel.

Y no es extraño que alguien que tiene por seña de identidad un rouge intenso haya conectado a la perfección con la sensibilidad y la imaginación de Lucia Pica, global creative makeup & color designer de la maison del 21 de Rue Cambon. "Nos conocimos en una sesión de fotos y nos llevamos de maravilla desde el principio. Lucia tiene un universo propio poderoso y una elegancia única", apunta Jodorowsky. Antes le había robado el corazón al mismísimo Karl Lagerfeld, que la ha erigido en musa de sus aventuras.

- Colección Neapolis de Chanel

Todos los colores caben en Nápoles. Del ocre de sus acantilados al esmeralda de sus aguas, del negro terroso de sus montañas al dorado desvaído de sus iglesias. Esta ciudad que se asoma perezosa al Mediterráneo custodiada por el Vesubio, un volcán activo bajo cuyo manto de lava quedaron sepultadas Pompeya y Herculano, no es solo cuna de civilizaciones, es también la infancia de Lucia Pica: Nápoles es sus recuerdos, sus primeras sensaciones y su inspiración primaria para ese amor absoluto que siente por los colores.

"Quería traducir en tonalidades y texturas la grandeza y las contradicciones de una ciudad que es a la vez antigua y contemporánea, misteriosa y energética". Una ciudad que nunca ha dejado de ser una fuente de inspiración y a la que ha regresado para crear la colección de maquillaje de primavera de Chanel en 2018.

Neapolis; New City, que procede del nombre original que los griegos dieron a la metrópoli, es el título de un planteamiento creativo cuya máscara de pestañas es del color de la puerta del siglo XV de la iglesia de Gesú Nuovo; la paleta Les 9 Ombres es un recorrido cromático por el techo de la catedral; y los corales del colorete capturan las tonalidades de ese momento mágico en el que las nubes planean sobre el Vesubio, justo antes de que el sol se ponga del todo.

Es más, su propuesta más original, Poudre à Lèvres, la herramienta perfecta para crear labios mate mordidos con una aspecto aterciopelado único, surge de las horas que Lucia ha dedicado a observar los rojos suaves de los frescos que decoran el interior de las casas de la caída Pompeya. "Tienen 2.000 años y siguen siendo unos colores tan ricos y a la vez tan empolvados", señala. Lo que ha hecho ha sido trasladar uno de sus gestos más habituales en los backstage (dar toques de polvo por encima de los labiales) a una herramienta única con un bálsamo de base y un pigmento en polvo en un rojo entre guinda y ocre que se aplica en fresco cada vez, como la técnica de esas pinturas milenarias.

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