La idea es que tu maquillaje lo aguante todo: de la cena con tu familia a los bailes con tus amigas; de los besos y achuchones con toda la gente con la que te vas encontrando al intercambio de sonrisas con ese encantador desconocido que te mira desde el otro lado de la barra cuando la noche ya está a punto de terminar. Si lo que quieres es que tu rostro permanezca perfecto (y maravilloso) durante todas esas horas, tienes que hacernos caso en todo.
Utiliza una mascarilla que hidrate el rostro en profundidad. Son 10 minutos de cura intensiva que destierra sequedades y nutre lo suficiente para que, cuando apliques cremas y fondos de maquillaje, no reboten. Pero, afinemos todavía más: un par de días antes, deberías incluir en tu rutina un tónico con AHA’s de efecto peeling, que elimine de forma sutil y sin irritar las capas superficiales de células muertas.
Primer es la palabra clave. Si no la has escuchado hasta ahora, apúntatela. Su misión es crear una capa alisadora que disimula imperfecciones, corrige rojeces y reduce el aspecto de tus poros. Pero tiene otros objetivos igual de importantes: facilita la aplicación de la base (se desliza mejor) y actúa como una especie de pegamento para que el maquillaje, que se adhiere a él inmediatamente, se mantenga en su sitio.
Si quieres un efecto duradero, empieza por corregir. Hazlo con maquillaje en barra o con un concealer en los puntos en los que necesitas rectificar manchas o granitos. Presiona con los dedos para que se funda y aplica la base encima. Caliéntala sobre el dorso de tu mano, dátela con los dedos y extiende desde el centro del rostro hacia el exterior. Pule con la brocha, con movimientos circulares.
Es la parte más complicada: reconstruir tu look tras varias horas de juerga sin cargar con todo tu arsenal en el bolso.
Lo que realmente necesitas es un corrector-iluminador en barra, unos polvos compactos y un bálsamo con color.
Con el primero, eliminas los signos de cansancio y restituyes el maquillaje donde te haya fallado. Con el segundo, matizas brillos indeseados. Y con el tercero, refrescas tu barra de labios.
Estamos todos de acuerdo: se lleva la piel luminosa. Pero la línea entre brillo y bola de discoteca es muy fina y puede arruinarte la noche. Antes de lanzarte sin freno a los iluminadores en polvo con reflejos metálicos imposibles, prueba con herramientas más sutiles, como el pincel iluminador o la prebase con micropartículas nacaradas. Insiste en el hueso del pómulo y en el nacimiento del pelo.
Sí, también hay primers específicos para los ojos. Y te aseguramos que te van a cambiar la vida. Sobre todo, si te gusta sacarle partido a tus multipaletas de sombras y odias que la doblez de tus párpados acabe devorando tus creaciones. Se aplica antes de empezar con el smoky o el eyeliner, y se sella con polvos translúcidos.
¿El rouge es tu arma infalible de seducción? Pues tenemos lo trucos para que no te pases toda la noche dudando de si seguirá en su sitio. Nutre bien los labios y aplica una prebase para unificar. Delinea a conciencia y rellena con el lápiz. Aplica la barra con pincel, sella con un pañuelo de papel y repite ahora con la barra directamente.
Es el mismo sistema de la laca de pelo, pero aplicada al maquillaje. Estos pulverizadores contienen activos que ayudan a que todo el look de colorido que has creado (de los labios a los ojos) se adhiera mejor a la piel. También crean una finísima película protectora transparente por encima que sirve como barrera contra humo, líquidos y contaminación. Y aportan luminosidad e hidratación.
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