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Taylor Hill: copia los trucos de belleza de la top model más famosa de la generación Z

Una naturalidad aplastante, una belleza incontestable y un lado felino que traspasa el objetivo de la cámara. La top model más iconoclasta se ha convertido, por méritos propios, en icono de la generación Z.

La top model Taylor Hill. / d.r.

Laura Requejo
Laura Requejo

Es curioso que convertirse en top model a los 14 años sea una de las razones que esgrime Taylor Marie Hill (Palatine, EE.UU., 1996) para explicar su visión realista de la vida. Porque uno se imagina que las pasarelas, los viajes de lujo, las fiestas exclusivas, las compañeras de trabajo espectaculares y esos casi 13 millones de seguidores en Instagram podrían elevar el ego de cualquiera a niveles inalcanzables.

En su lugar, la embajadora más joven de Lancôme (acaba de cumplir 23) no despega los pies de la tierra y es muy consciente de que, en esta vida, la popularidad no lo es todo. "Le doy las gracias a Dios cada día por mi trabajo, pero no quiero que la gente me valore por mi físico. Quiero que se emocionen con mi personalidad y con lo que hay en mi interior", asegura cuando le preguntan por su futuro en un negocio donde la belleza te puede sacar de cualquier entuerto. Y eso que la suya es de las que quita literalmente el aliento. Sus labios desbordantes, sus pómulos esculturales y su 1,80 m de estatura (disciplinada por la gimnasia y la equitación que practicó durante toda su infancia) la han convertido en la modelo más solicitada del momento. ¿Su seña de identidad? Unos ojos de un verde casi incandescente bajo una cejas superlativas, que recuerdan inevitablemente a la Brooke Shields más emblemática de los años 80. "El mejor cumplido que me han podido hacer jamás", asegura. Ambas coincideron por primera vez hace solo unas semanas y su emoción de fan al hacerse juntas el selfie de rigor era tan genuina que traspasaba la instantánea.

Porque si de algo está sobrada Taylor Hill, es de una naturalidad absoluta. Por eso sus selfies sin maquillaje tienen la misma fuerza que los editoriales de moda que protagoniza ante los objetivos de Mert & Marcus o Alexi Lubomirski.

Cuando empecé como modelo, mis compañeras de clase me criticaban".

Ahora, además, se ha erigido en musa del cineasta danés Nicholas Winding Refn, que ha contado con ella para sus dos últimos proyectos: la película The Neon Demon y la serie de Amazon Demasiado viejo para morir joven. "Es un director con muchísimo talento y una visión creativa única", sentencia Taylor. Pero no tiene claro que la interpretación vaya a ser su camino definitivo. De lo que sí está segura es de que le gusta trabajar con su familia. Con su hermana Mackinley y su hermano Chase comparte vocación. La mayor, Logan, es fotógrafa en Los Ángeles y han coincidido en varias sesiones. Mientras, su padre le hace la competencia en Instagram con una divertida cuenta en la que alardea con orgullo de los logros de sus retoños. Los cuatro triunfan en un negocio en el que las mujeres como Taylor, alejadas del divismo de otros tiempos, han empezado a cambiar las reglas. "Esta profesión te enseña a tener paciencia y equilibrio. Pero, sobre sobre todo, mucha humildad", asegura. Lo dice porque lleva ya una década en la moda y lo ha vivido todo. Los desfiles de Balmain, Dolce & Gabbana y Saint Laurent, y las alas de ángel en lencería de Victoria's Secret a los 19. Pero también el acoso en el colegio. "Cuando empecé a trabajar como modelo los chicos me miraban de forma distinta, pero mis compañeras de clase me criticaban. "Pues no es tan guapa", decían. A mí ellos ni siquiera me interesaban. Habría preferido hacerme amiga de ellas", cuenta.

1. Sérum iluminador para el contorno de ojos y pestañas Advanced Génifique Yeux Light Pearl (67euros). 2. Bálsamo con color Mademoiselle Shine enriquecido con proxylane (33 euros). 3. Hypnôse, máscara con volumen a medida (34,50 euros). 4. Teint Idole Ultra Wear, base de maquillaje de alta cobertura y larga duración (42 euros). Todo de Lancôme. / d.r.

Sus trucos beauty "Soy un poco chicazo, pero a mi lado femenino le encanta el maquillaje. Y se me da muy bien. Me basta con un toque de corrector, máscara de pestañas y un poco de bálsamo labial con color como Mademoiselle Shine. Me hace sentir despierta y revitalizada para comenzar el día", explica. Eso sí, cuando toca ir de fiesta saca la artillería pesada: "Mi seña de identidad es la mirada negra felina "explica". Se adapta a la forma de mis ojos. Siempre he llevado la raya rasgada. Y ahora que cuido el contorno con Génifique Yeux y alterno las máscaras de pestañas más maravillosas de Lancôme, Hypnôse y Grandiôse, me queda genial".

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