belleza
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Quizá no todo el mundo recuerde su nombre o acierte su apellido a la primera, pero seguro que reconoce su cara. Y no es para menos, porque lleva años siendo uno de los rostros más populares en la gran pantalla, donde ha ido enlazando papeles en las series con más tirón, como Los protegidos, Amar es para siempre o Las chicas del cable.
Dice Ana Fernández que cuando termina estas interpretaciones tan largas, está deseando despojarse de todas las ataduras que la conectan con su personaje, pero especialmente de la que tiene que ver con la caracterización, y recuperar su look, que emana frescura y naturalidad. Ahora, tras el parón forzoso, ha tenido tiempo de dedicarse mimos en cantidades generosas y afrontar lo que tiene por delante –la promoción de su primera película de terror, Voces, y el cameo que hace en el filme Chavalas–, con su mejor cara.
Mujerhoy ¿Le da mucha importancia a la apariencia? Ana Fernández Depende. El momento vital en el que esté me condiciona: hay veces que me levanto y me encuentro espléndida y otras que me veo como una mierda. El estado anímico se refleja en la belleza, y eso se traduce en una piel radiante o no. Afortunadamente, tengo buena genética.
M.H. ¿Cómo se ha cuidado durante el confinamiento? A.F. He tratado de que respiren la piel y el pelo, porque en los rodajes pasas muchas horas con el maquillaje puesto, que te deja un cutis muy graso. Y el pelo igual, se castiga enormemente con las tenacillas, los rulos calientes y las lacas.
M.H. Hace cinco años pasó por la pérdida dramática de su pareja y justo después se produjo un cambio drástico de su look. ¿Influyó esa circunstancia? A.F. Pues no sé dónde leí que cortarse el pelo es un gesto con el que buscas desprenderte de malas energías, pero en mi caso no fue consciente, aunque creo mucho en esas cosas.
M.H. ¿Y convertirse en rubia fue algo premeditado o por exigencias del guion? A.F. Tengo una base de castaño ceniza, que es muy buena para pasar al rubio y hace cinco años, animada por Gaby, el director creativo del salón Moncho Moreno, decidí probar con el platino. Pero la decoloración es un proceso muy agresivo y al estar rodando una serie de época no se podía ver la raíz, tenía que hacerme retoques constantemente, lo que acabó pasándome factura. Se me cayeron algunos mechones y no me quedó más remedio que llevar peluca. Así que, sabiendo que me quedaban tres temporadas por delante y que, por una cuestión de racord, no podía cambiar de color, me puse un tono más natural.
M.H. ¿Qué ha aprendido en los sets de maquillaje? A.F. Son ya muchos años de rodaje, así que enseguida me doy cuenta de si voy a trabajar con un buen maquillador. Me basta con fichar los productos que trae o si dice “base” o “skin”. Si veo que le queda oficio, intento guiarle. Y si es todo un profesional, cierro los ojos y le digo que me avise cuando haya terminado.
M.H. ¿Cuándo se ha visto más guapa? A.F. Cuando menos maquillaje he llevado. Odio que me pongan como una payasa, como si fuera a hacer una sesión de maquillaje de fantasía. Cuando voy a una première me gusta ir elegante, sencilla, acorde con mi manera de ser.
M.H. ¿Es muy esclava de su estética? A.F. Para nada. Pero desde hace unos años tengo fases en las que se me desequilibra la piel. Aunque no tuve acné en la adolescencia, ahora me salen unos granos internos que duelen y me duran una semana. Y es porque el estrés se manifiesta a través de la piel. Por eso, cuando estoy nerviosa procuro cuidarme especialmente el cutis. Hace unos meses, en un viaje a Suiza, descubrí la gama de cosméticos de la línea Abeille Royale de Guerlain y me van fenomenal, los utilizo todos los días.
M.H. ¿En verano mantiene la rutina de belleza o se relaja? A.F. Me encanta estar morena, pero desde hace unos años me pongo protección 50+. Y en la cara cada vez tomo menos el sol, hasta me tapo con una toalla para que el contorno de ojos no se oscurezca. Además, hay una alternativa que me encanta, que son los polvos de terracota, todo un invento.
M.H. ¿Labios rojos o mirada intensa? A.F. Yo, si hay que cargar las tintas, prefiero un ojo ahumado antes que destacar la boca. La intensidad, siempre en la mirada.
M.H. ¿Le preocupa que su físico vaya cambiando con el tiempo? A.F. Tengo 30 años y ya empiezo a tener líneas de expresión y algunas canas. Sé que a partir de ahora debo ser más constante y cuidarme más la piel, pero no me quita el sueño cumplir años.
*Así se hace un maquillaje pro: “Para mí hay dos cosas fundamentales: una, elegir bien el fondo, que sea ligeramente más claro que tu piel porque luego vas a ir oscureciéndolo con otros productos. Y, dos, saber manejar el iluminador en las zonas que quieres resaltar y difuminar magistralmente el corrector. Si haces esto bien, lo demás ya es fácil”.
*La clave para lucir pelazo: “Una de las cosas que he aprendido es que no hay que utilizar siempre el mismo champú. Yo una vez a la semana uso uno con tonos morados para matizar el color rubio y que no pierda brillo ni se quede pajizo. El resto de los días me pongo uno anticaída, con vitaminas para fortalecer el pelo. Y en verano, al volver de la playa o de la piscina, utilizo uno específico para restaurar el cabello del daño solar y aportarle hidratación”.