Aaunque lleva menos de una década en esta industria, ha rodado ya más de 15 películas, cuenta con varios premios como actriz revelación y tiene una nominación a los premios Goya. Mitad sueca, mitad andaluza, es consciente de cómo su físico, para bien o para mal, está condicionando su carrera. «Cuando necesitan una rubia para una peli, siempre estoy en la terna. Aunque, por la misma razón, esto me excluye automáticamente de otros castings», señala Ingrid, que luce su cabellera natural, sin colorear, para la promoción de Veneciafrenia, la nueva cinta de Álex de la Iglesia, que se estrena estos días.
Mujerhoy. De todas maneras, su profesión implica someterse a muchos cambios físicos...
Ingrid García-Jonsson. Sí, pero quizá es más difícil que te imaginen en un papel determinado cuando se requiere una gran transformación. En todo caso, yo estoy dispuesta a lo que sea, me divierte, aunque nunca he tenido que engordar o adelgazar, así que no sé cómo lo llevaría. Pero me he cortado el pelo y me lo he teñido, me ayuda a imaginar personajes nuevos. Y me gusta que se diluya la Ingrid del día a día y que aparezca otra en la pantalla. No soy muy presa de mi imagen para currar.
¿Y en su vida personal, qué importancia le concede a la apariencia?
Me gusta sentirme bien, que no tiene nada que ver con ser más o menos guapa, porque la belleza está en los ojos de quien te mira. Cada vez que me recomienda una crema un maquillador la compro y la pruebo, porque son los que más saben de esto. De ellos he aprendido que, incluso con looks muy efectistas, menos es más. Con muy poco se consiguen los mejores resultados.
¿Es muy presumida?
Reconozco que sí, pero no necesito estar perfecta. Me gusta cuidarme y tener la piel bonita. Por ejemplo, la protección solar la tengo muy integrada en mi rutina diaria, para mí es como lavarme los dientes o ducharme. No me supone ningún trabajo.
Hablando de trabajo, ¿cómo ha sido rodar esta película de terror?
Muy extenuante, como son todas las de miedo. Pero, además, estar a las órdenes de Álex –que ha sido todo un honor– exige dar el cien por cien, porque le gusta que estemos muy activos, con la adrenalina a tope. Es una peli muy trepidante, muy gamberra.
¿En qué está embarcada ahora mismo?
Tengo pendiente de estreno una colaboración en la película Camera café, que es una comedia producida por Arturo Valls. Y acabo de rodar como protagonista Nosotros no nos mataremos con pistolas, dirigida por María Ripoll, basada en una obra de teatro que ganó el Max hace unos años. Además, estoy preparando otra película para enero.
¿Está en racha, o es que hay demanda de actrices rubias?
No me puedo quejar, pero siento que estoy empezando y que me quedan muchas cosas por hacer. Ahora sé que no me equivoqué al elegir esta profesión.
Porque iba para arquitecta...
Sí, pero dejé la carrera porque mi vocación era la interpretación. Me encantaría vivir siempre del cine, que me recordaran por haber sido buena actriz y buena compañera. Y si no me va bien delante de la pantalla, me gustaría colocarme en otro departamento.
¿Tiene miedo al futuro?
Quién sabe cómo me irán las cosas... Ahora estoy escribiendo, porque me gustaría explorar mi faceta de guionista algún día. Y también tengo curiosidad por dirigir y producir. Me encantaría poder darles la oportunidad a muchos amigos que no han tenido suerte en esta industria y que rebosan talento.
¿A quién admira en la profesión?
Me gustan mucho las carreras de Penélope Cruz y Carmen Maura, pero mis referentes son actrices de mi edad, que me inspiran un montón: Silvia Alonso, Vicky Luengo o Susana Abaitua.