Adivina, adivinanza, ¿quién llevó el floating eyeliner antes que Lucy Boynton y antes que todas las modelos de los desfiles de Chanel o Dior? La respuesta es sencilla: Sharon Tate y Twiggy fueron las propulsoras de este maquillaje de ojos tan impactante que perdura hoy entre la inspiración de los mejores maquilladores. Eso sí, en la respuesta ampliada entra Isabel Preysler y la versión mejorada (más natural, más rejuvenecedora y más fácil de hacer) que acostumbraba a llevar en la década de los 70 y que le vimos en su boda, de bautizo o en las fiestas más chic de la alta sociedad madrileña.
De la reina de corazones no solo tenemos un manual de «cómo casarse con ella» y de toda su polémica vida matrimonial. En materia beauty, resulta una fuente de infinita inspiración si rescatamos antiguas tendencias que ella ya llevó, como este accesorio para el pelo o este tipo de eyeliner que tú también vas a querer copiar.
Los looks de Isabel Preysler recreaban esas miradas dramáticas de los años 60, pero lo que más nos gusta es que lo hacía con un trazo más suave y apenas imperceptible con el que daba un toque de estilo insuperable a todo el makeup. Un acabado menos pesado que es la alternativa ideal al clásico delineado negro o a los eyeliner de colores que no son apto para todos los gustos.
La técnica es sencilla. El delineado se traslada unos centímetros más arriba que la posición habitual: justo en el pliegue natural del párpado móvil, bajo el hueso de la cuenca del ojo. Para hacerlo, se puede utilizar un eyeliner en formato gel o rotulador si se busca un acabado más potente, o un lápiz de ojos muy afilado o una sombra de ojos aplicada con un pincel biselado para un resultado más difuminado como el de Isabel Preysler. La mejor idea es elegir cosméticos de alta resistencia y duración, y con etiqueta waterproof, ya que los pliegues de esta zona más el sudor o la humedad, podrían jugar malas pasadas.
El look de belleza de Isabel Preysler en su boda con Julio Iglesias en 1971. /
La socialité utilizaba tonos nude y marrones para crear una combinación perfecta que le agrandase la mirada sin recargar mucho el ojo y que fuese en consonancia con el resto del rostro. Para copiarlo, solo tienes que cumplir estos cuatro pasos. Elegir el formato que mejor domines, practicar el trazo controlando el pulso, empezar por el exterior hasta llegar al interior (el final lo eliges tú) y sobre todas las cosas, utilizar una prebase sobre los párpados que alise la zona y haga que cualquier producto se fije sobre la piel a pesar de los agentes externos.