No se puede generalizar, pero si existe el cliché significa que tenemos entre manos algo de verdad: la peluquería se supone territorio idóneo para el cotilleo descarado, el parloteo inagotable o la charla amigable con quien nos está cortando el pelo. El silencio, sin embargo, nos pisa los talones. Las fans de los estados zen y las buscadoras de momentos de relax en jornadas cada vez más estresantes están a un pasito de encontrar otro minioasis de paz total: la silla de la peluquería.

La idea surgió en 2015 de una cadena británica llamada Bauhaus y fue recibida con pitos y aplausos: mientras unas clientas esperaban de la experiencia capilar una puesta al día en las novedades de amigas y vecinas, otras aplaudieron con las orejas ante la perspectiva del silencio total sobre sus cabezas. Poco a poco otros salones ,sobre todo en Estados Unidos y Reino Unido, han ido apuntándose a este concepto y han instalado la llamada “silla silenciosa” (o “la experiencia zen”): un momento y lugar para las clientas que prefieren no hablar durante el corte y el color.

Así es el corte silencioso

«Entendemos que las personas llevan vidas muy ajetreadas y que deseen algo de paz cuando entran en nuestro establecimiento”, explica Scott Miller, propietario de Bauhaus. En su salón, el tratamiento silencioso implica que el profesional solo se dirige a la clienta para acordar el tipo de corte y el color. Ni relata lo que va haciendo ni habla del tiempo, las vacaciones o Operación triunfo. “Se supone que un viaje a la peluquería es relajante y, aunque para algunas profesionales y clientas significa ponerse al día con lo que está sucediendo en sus vidas, no todos se sienten cómodos con la conversación”.

Lo cierto es que los profesionales de la mayoría de las peluquerías, al menos las de nuevo cuño, ya están disponibles tanto para mantener la consabida charla de rigor como para trabajar en un silencio. De hecho, para la mayoría, es un plus, pues ayuda a la concentración y hasta puede mejorar los resultados. En Sevilla, José Miguel Gallardo reserva en su salón, TeaCut, una silla para clientes que prefieren cerrar los ojos y disfrutar del silencio. En muchas otras, tanto las conversaciones como la música ha bajado el volumen casi hasta lo monacal. Entramos así en el territorio del bienestar: allí donde la tranquilidad es fundamental.

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