La teoría es fácil: un poco de agua, luego toca el chorro de champú , después se emulsiona, se aclara y listo, ¡pelo limpio como una patena! Efectivamente, así es como nos lavamos el pelo. Y no nos va mal, ¿verdad? Pero basta i ntroducir pequeños cambios para mejorar notablemente los resultados y conseguir un cabello más limpio durante más tiempo y, además, de regalo, una melena más sana, mejor hidratada y con más brillo .
El cabello está más frágil cuando está mojado que cuando está seco: por eso, es preferible deshacer los nudos antes de entrar a la ducha. Nos ahorraremos varios cabellos rotos, palabra.
Permite que el cabello se moje bien a fondo y por completo hasta la raíz antes de empezar a usar el champú: este truco tan sencillo ayuda a que la fórmula se extienda mejor.
Tibia. Esa es la temperatura perfecta. Cuando la temperatura oscila entre “hirviendo” y “ardiente” sólo se consigue irritar el cuero cabelludo y estimular las glándulas sebáceas a que produzcan más grasa. Si en cambio vamos de “congelada” a “helada”, el agua no disuelve la grasa adecuadamente.
Suena raro, ¿verdad? Pero es que lo corrector es elegir la fórmula idónea ¡según nuestro cuero cabelludo! Es esa piel, donde se encuentra el folículo piloso, la que hemos de cuidar con mimo para evitar irritaciones, pelo demasiado graso o incluso problemas de caída.
¡No! Mejor es verter un poco de la fórmula en el hueco de la mano y allí, mezclarla con agua para emulsionar – sólo después podremos proceder a masajear el cuero cabelludo con el producto.
Un secreto: no hace falta extenderlo a lo largo de toooodooooo el pelo. ¡Para nada! El gesto ideal pasa por masajear y repartir el champú sólo en el cuero cabelludo, y para medios y puntas, utilizar únicamente la espuma que va cayendo.
De verdad, hagan caso, que vale la pena: el frotar se va a acabar. Cuando de extender el champú se trata, sobran los grandes aspavientos y el agitar las manos como si nos quisiéramos arrancar el cuero cabelludo. A más suavidad, más contenta tendremos la melena, palabra.
Si se lava el pelo a diario, o incluso cada dos días, es probable que el pelo no esté tan sucio como para necesitar dos champunadas. Al fin y al cabo, el champú es un limpiador que, además de la suciedad, elimina los aceites naturales del cuero cabelludo y de la fibra capilar, dejándola más seca. Lava dos veces sólo si usas muchos productos de styling o si realmente lo necesitas.
Cada fórmula tiene su tiempo de aplicación recomendado, y atender a estas indicaciones es muy, muy buena idea. Esta regla es especialmente importante en los champús más específicos, como los que estimulan el crecimiento, la densidad capilar o combaten la caspa: cuanto más efecto tratante deba tener la fórmula, más necesario es darle su tiempo.
Restos de champú en el pelo = cabello que no brilla. Así que más vale dedicar un tiempo a asegurarse que no quedan restos de fórmula.
A no ser que se tenga el pelo corto, o un bob por la nuca, siempre viene bien un toque de acondicionador. Incluso si se tiene el pelo graso o muy fino. En el primer caso, basta con usar muy poco en las puntas o apostar por fórmulas sin aclarado, cuya aplicación es más fácil de controlar. En el segundo, hay que buscar espumas específicas para este tipo de cabello, que no aporten peso y no dejen el cabello lacio.
Imaginemos la escena: salida de la ducha, toalla a la cabeza y… ¡hala, a frotar con tanta energía como vigor! Pues no… Lo repetimos: el frotar se va a acabar. Y es que, al pelo, esa acción tan agresiva le viene fatal, para qué engañarnos. Lo ideal es presionar la toalla contra el cabello, con suavidad, “exprimiendo” el agua sobrante, pero como si ordeñáramos el pelo, ¡no como si quisiéramos cardarlo! Y es que la pobre melena no deja de ser como nosotros mismos: en el fondo, sólo queremos que nos traten con cariño.
- Cómo cuidar el pelo: el orden correcto para aplicar todos los productos
- Champús en seco que deberías probar
- Los siete mejores aceites capilares para que tu pelo brille
20 de enero-18 de febrero
Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más
¿Qué me deparan los astros?