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¿Por qué deberías empezar a usar un champú sin sulfatos?

Es uno de los nuevos términos de moda en champús: libre de sulfatos o SLS-free. Los sulfatos son activos detergentes que cumplen muy bien su trabajo. Quizás, demasiado bien, porque no solo arrastran la suciedad del pelo, sino que lo pueden dejar algo desprotegido. Te descubrimos cómo conocer –y reconocer– los sulfatos y a descubrir si son para ti ¡o mejor has de pasar de ellos!

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Stefanie Milla
Stefanie Milla

La primera vez que empezamos a oír hablar de los champús libres de sulfatos fue en el punto más álgido de los tratamientos de queratina , pues eran necesarios tras dejarse los euros en estos protocolos alisadores . Y desde entonces, no han dejado de ganar posiciones en nuestros baños.

No hace falta más que darse un paseo por las estanterías de champú del mundo –especialmente las baldas de las fórmulas más premium– para encontrarse, una y otra vez, con el mismo lema: libre de sulfatos. Es decir: fórmulas que no contengan SLS. Prometen un lavado más suave, más delicado, una mayor duración del color y un respeto absoluto del cuero cabelludo. ¿Realmente es así?

Para hacer el cuento corto, expliquemos antes qué son los sulfatos y para qué sirven. Son un tipo de surfactantes (es decir, elementos detergentes y limpiadores) capaces de atraer a la vez aceite y agua. De esta forma, atrapan por un lado el aceite –es decir, la grasa capilar y la suciedad – y la unen al agua para que, al lavarnos, esa suciedad se escape por el lavabo. Se encuentran, en diferentes formas, en todo aquello que tenga una acción limpiadora, desde el lavavajillas al detergente de lavadora, y también en champús, desmaquillantes faciales o dentífricos. Los hay más recios, con mayor capacidad para arrastrar grasa, y más suaves, como los dedicados al cuidado personal.

¿Cómo reconocemos los sulfatos en una etiqueta?

Los más frecuentes son Sodium Lauryl Sulfate (lauril sulfato de sodio), Sodium Laureth Sulfate (laureth sulfato de sodio) –estos dos primeros también se encuentran a veces mencionados como SLS– así como Ammonium Lauryl Sulfate (lauril sulfato de amonio) y Ammonium Laureth Sulfate (Laureth Sulfate de amonio).

¿Son imprescindibles para lavar el cabello?

No necesariamente. Sobre todo, pensando que, hoy en día, pecamos más de un exceso de higiene capilar que de una falta de ella. Y, sean más o menos suaves, los sulfatos, precisamente por su capacidad de arrastre, no solo se lleva consigo la grasa del pelo, sino también la del cuero cabelludo. Siendo así, ¿cuándo conviene pasarse al sulfate free? · En caso de cabello muy seco, fino, frágil o dañado. Es el caso del pelo coloreado, decolorado o muy rizado. · Si se tiene el cuero cabelludo muy irritable, sensible o muy seco. · Cuando la frecuencia de lavado es diaria o incluso de dos veces al día, como cuando se va al gimnasio. · El cabello coloreado agradece los champús sin sulfatos porque estos arrastran también los pigmentos y acortan la duración del color.

Si se tiene el cabello muy graso, o problemas de caspa, es mejor usar una fórmula que sí contenga cierto grado de sulfatos, pues es importante eliminar el sebo del cuero cabelludo para evitar que estos problemas se incrementen debido al efecto de tapón de la grasa sobre el folículo piloso.

Es posible que quien no haya usado nunca una fórmula sin sulfatos tenga que esperar unos cuantos lavados antes de acostumbrarse. No solo porque estos champús hacen mucha menos espuma –algo que las primeras veces resulta un poco extraño e incluso lleva a usar demasiado producto–, sino porque, además, dejan una sensación casi más grasa del cabello.

La mejor forma de usar un champú sin sulfatos es primero mojar muy, muy bien el cabello, y comenzar vertiendo una cantidad pequeña de champú en el hueco de la mano. Allí se emulsiona y solo entonces se pasa a masajear el cuero cabelludo muy poco a poco, añadiendo algo de agua a la vez. Se debe dedicar algo de tiempo a este paso, puesto que al no llevar nuestros ya famosos surfactantes, la fórmula necesita un poco más para retirar la suciedad. Despúes, se debe realizar una segunda (e importante) champunada que puede ser más corta y que además será más sencilla, pues hace más espuma. Y justo es esta la que se debe usar para lavar medios y puntas: con la espuma que desciende por el cabello, basta y sobra para dejar la melena en perfecto estado de revista.

Con… ¿o sin? (Sulfatos, claro). Sinceramente… es pura cuestión de gustos.

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