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Ninguna otra presencia sobre la alfombra roja de los Oscar 2019 ha levantado tanta admiración. Charlize Theron ha arrasado en la 'red carpet' más trascendental del año con un look monumental ( vestido de Dior, joyas de Bulgari) que guardaba una sorpresa irresistible: después de diez años militando en el rubio, optó por un bob castaño a la barbilla súper favorecedor. Sin embargo, el shock que su presencia ha producido en la audiencia global no se debe solo a este corto y cambio radical, decidido además a última hora, según confiesa su estilista, Adir Abergel. De hecho, Emilia Clarke también se presentó con el mismo nuevo peinado, pero no logró ni la mitad de repercusión. Es una cuestión de actitud.
El look de Charlize Theron no cuenta ni de lejos la típica historia de alfombra roja: no quiso ser ni la princesa, ni la exquisita, ni la interesante, ni la 'fashionista'. El papel que ayer desplegó y que asombró a quien quiso reconocerlo fue el de la mujer poderosa que no necesita ya adornarse con lo previsiblemente bello, sino que apuesta por lo imponente: las canas que dejó ver en su nuevo 'bob' color castaño y que se reflejaban en el collar de serpiente de Bulgari son el símbolo por excelencia de autoridad. La actriz sudafricana posee un aplomo, una seguridad y una elegancia innata tal, que tras su aparición en el escenario del Dolby Theatre junto a Daniel Craig, Twitter clamó una verdad: Charlize Theron tiene que ser la próxima James Bond.
La protagonista de "Blancanieves y la leyenda del cazador" (2012) lleva una temporada embarcada en una serie de proyectos protagonizados por mujeres fuertes que llevan las riendas de la acción: "Mad Max: furia en la carretera" (2015), "Fast&Furious 8" (2017) o "Atómica" (2017). Ahora mismo rueda "The Old Guard", donde interpreta a una mercenaria inmortal a la que le debemos su look castaño. Theron se ha convertido en una de las escasísimas mujeres que pueden interpretar a heroínas de acción después de los 40 y arrasar en taquilla: hace realidad en la ficción el sueño de empoderamiento de mujeres de todo el mundo, aspirantes a heroínas en su día a día.
Hace casi una década que ya no tiene que afearse para ganar un Oscar (lo hizo en "Monster") ni interpretar a la novia, la amante ni la mujer de ningún personaje masculino. De hecho, ha acumulado tal poder simbólico, que son los actores los que funcionan como su adorno en los repartos. Puede que no sea la mujer más poderosa de Hollywood en términos económicos, pero en lo simbólico lo es. Tanto es así, que fue la única actriz de primera fila que se atrevió a lucir canas allí donde la edad se castiga más gravemente: con la invisibilidad, la marginación y la expulsión. Eso, más allá del dinero, es poder.
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