Existe un abismo insalvable entre las actrices que ya eran estrellas en el siglo XX y las jóvenes divas millennials y centennials: su relación con el pelo . No falla: mientras que las estrellas de toda la vida se mantienen fieles a las señas de identidad visuales que las hicieron famosas y difícilmente cambian de look , las nuevas actrices no se cansan de ensayar todo tipo de cortes, coloraciones y peinados que tengan interés para la audiencia de las redes sociales. No nos extraña nada que Michelle Pfeiffer lleve décadas sin mover ni un ápice de su icónica melena rubia - tampoco cambia su maquillaje -. Forma parte de su personaje público tanto como su susurrante voz y, probablemente, fans y público las echarían de menos en sus apariciones en televisión, el cine o las redes.
La relación de Michelle Pfeiffer con su pelo es digna de observar. Aunque cuando era joven ensayó prácticamente todos los largos desde el bob corto con flequillo a la gran melena, se ha mantenido muy fiel a la melena después de los 40, echando por tierra a los que aconsejan cortar por lo sano llegadas a la edad en la que el pelo se empeña en perder vigor, grosor y suavidad. Además, Pfeiffer no ha tenido nunca un pelo especialmente denso, con lo que resulta aún más subversiva su decisión de mantenerse en la melena. Prueba que las reglas generales pueden y deben romperse.
El cambio de look con el que nos ha sorprendido esta semana tiene que ver con un rodaje, pero demuestra nuestra teoría inicial. Sin su legendaria melena rubia, Michelle Pfeiffer no parece ella. Es como si fuera otra mujer y cuesta reconocerla. Sin embargo, está guapísima con este tono que favorece muchísimo su palidísima piel. Probablemente será una peluca, porque su delicado cabello no está para muchos trotes de coloración. Pero prueba que la melena sigue sentando bien, tenga el color que tenga, a las mujeres mayores de 50. Que dejen ya de decir que tienen que librarse de ella.