La maldición de los labios resecos

Los labios son una semimucosa, una zona de transición entre la piel del rostro y la mucosa del interior de la boca. Y aunque tienen una capa rica en eleidina, una proteína precursora de la queratina, carecen de una capa protectora.

Tampoco tienen glándulas sebáceas ni sudoríparas, así que controlan mal la hidratación y la temperatura. Dependen de la saliva, que funciona como humectante y suavizante, y del equilibrio que crean con ella. Por eso se resecan cuando bajan las temperaturas y el equilibrio se rompe.

El frío y las temperaturas extremas. Como los labios no pueden regularlas porque les falta la protección fisiológica que sí tiene la piel, al deshidratarse y desecarse tan rápidamente, son más proclives a que los procesos inflamatorios sean más rápidos.

Fumar. El humo del tabaco genera sustancias tóxicas y radicales libres que también afectan a tus labios.

Los agentes que desequilibran el pH de los labios y la saliva. Como los perfumes o sabores de algunos labiales. También pueden actuar en tu contra la pasta de dientes o el producto que uses para desmaquillarte.

Los aceites minerales presentes en algunas fórmulas acaban captando la humedad y tienen un efecto hidratante muy efímero, por eso parece que te obligan a aplicarte el producto constantemente.