belleza
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En tiempo de sandalias, de andar descalza por la orilla y de pasearte por el borde de la piscina hay un elemento que no te puede fallar de ninguna manera. Y no hablamos de tu biquini. Tus pies tienen que estar impecables. Conseguirlo es cuestión de seis pasos. Son estos.
Hazlo con las uñas en seco. Si están muy largas, utiliza un cortauñas. Corta en paralelo y define la forma con una lima de grano fino, desde el centro hacia los lados y redondea las esquinas.
Sumérgelos en agua tibia con unas pastillas podológicas efervescentes, o con una gotas de aceite y rodajas de limón. Si necesitas acabar con la fatiga, añade sales o coloca en el fondo unos cantos rodados de los que usas para decorar las macetas. Caliéntalos previamente y, una vez dentro, presiona los pies sobre ellos para un agradable masaje.
Primero exfolia los pies hasta los tobillos y aclara. Puedes hacerlo con un peeling corporal o con los calcetines especiales para deshacerte de la piel muerta, que hace que se vaya cayendo por capas. Sabemos que es tentador, pero nunca tires de una que no ha terminado de caerse porque la barrera natural de la piel aún no se ha formado.
Céntrate en las durezas y en los talones. Puedes utilizar una piedra pómez o usar aparatos específicos como Dr. Scholl Velvet Smoot Wet.
Ablanda las cutículas con crema o aceite y empújalas hacia dentro con un palito de naranjo. No las cortes, porque son el freno que impide que las infecciones se metan en las uñas. Unifica la superficie con un pulidor y aplica una base.
El truco para aplicar la laca es hacerlo por capas muy finas. Apoya bien los pies delante de ti, en una mesita de café, por ejemplo, y divide el trabajo en tres pinceladas en vertical: una en el centro y otra a cada lado. Retoca en horizontal el borde de la uña. Repite el proceso y sella con un top coat.