El color de tu fragancia

La sinestesia, esa poética capacidad de mezclar los colores con los sentidos, de atribuir físicamente una sensación a una percepción que no le corresponde, es solo patrimonio de unos pocos. Sin embargo, cuando se trata de aromas no es difícil visualizar las cualidades cromáticas de una fragancia.

Es cierto que nuestro cerebro tiene en cuenta referencias externas, como las tonalidades de sus ingredientes fl orales, la formas de sus frascos y los matices de sus jugos a la hora de hacerse una idea en tecnicolor de nuestras fragancias favoritas.

Pero si cierras los ojos y te dejas llevar por el poder evocador de las esencias, seguro que no te cuesta mucho atribuirles un color mientras disfrutas de sus aromas.

Es como una promesa de juventud eterna, de delicadeza y frescura. Como el corazón tierno de rosa de Damasco y almizcle blanco que compone la versión L’Eau de Parfum Caresse de La Nuit Trésor de Lancôme.

O el ramillete de rosa de mayo que explota fragante en Miss Dior Absolutely Blooming. Pero no es solo la rosa la que tiñe de su color estas fragancias, también el ciclamen y la peonía, como en el original Eau de Toilette de Ever Bloom de Shisiedo.

Tienen a la noche como inspiración. Pero en sus códigos la oscuridad equivale a intensidad sensual. Así, el Extrait de Alaïa juega a combinar el cuero con un estricto corazón floral; Always Red Femme es noctámbula, como la madera y el musgo que bañan su esencial frutal; mientras que Moonlight Patchouli, de Van Cleef & Arpels, recita una oda oriental de lirio empolvado, como una visión poética de la Luna.

La sensualidad es beige, como el contacto con la piel desnuda. Es palpitante como la vida, pero también serena. Es ligeramente ambarina, como la rosa almendrada que centra los códigos de Chloé Fleur de Parfum. Es cremosa y delicada, como la vainilla teñida de tonos florales de Tangier Vanille, de Aerin Lauder. Y es feminidad en estado puro, con el melocotón meloso, la freesia y el osmanthus de Boss The Scent.

La desucción requiere aa y personalidad. Y un punto de extravagancia. Por eso se viste de colores potentes, del morado eléctrico al púrpura energérgico. Y se traduce en olores hipnóticos. Como la adictiva tuberosa y el jazmín envolvente de Jeu D'Amour L'Elixir de Kenzo, o la crema de cassis con el chipre clásico de Outrgeously Vibrant de Diana Vreeland. Y se eleva al nivel de fantasía con cascalone, pimienta y rosa en Deep Euphoria.