Algas para salvar tu piel

¿Buscas un ingrediente multifunción de verdad? Ya lo has encontrado. Las algas marinas están sometidas en sus hábitats naturales a unas condiciones de vida extremas, con un altísimo nivel de estrés oxidativo, producido por la presión de las profundidades oceánicas, los cambios de temperatura y la falta o el exceso de luz. Sin embargo, han desarrollado mecanismos para contrarrestar todas esas desventajas y funcionan como auténticos reservorios de proteínas, nutrientes, aminoácidos, sales minerales y vitaminas. Y lo mejor es que en el interior de sus células tienen una distribución muy parecida a la del cuerpo humano.

Por eso, sobre tu piel son capaces de absorber los rayos UV, mejorar la circulación sanguínea, reequilibrar la función de las glándulas sebáceas, regular la hiperpigmentación, drenar el exceso de líquido, estimular la función de las aquaporinas (responsables de una hidratación intensa y duradera) y aumentar la renovación celular profunda. De hecho, su colágeno es tan similar que nuestra piel lo aprovecha al máximo. Su contenido en omega 3, polisacáridos, vitaminas A y E y oligoelementos funciona como un superalimento para la epidermis y ayuda a luchar contra todos los signos del envejecimiento. Porque las algas pueden atenuar las arrugas y hasta mejorar la densidad de la piel.

Utilizadas en mascarillas o en concentrados de efecto profundo, consiguen una recuperación de la epidermis dañada o apagada en tiempo récord, debido a su elevada capacidad antiinflamatoria.

Su carga de clorofila contribuye a la oxigenación de la piel, sus proteínas son capaces de reactivar el metabolismo de las células envejecidas y sus antioxidantes naturales funcionan como barrera para los radicales libres.

Como aportan oxígeno, ayudan a la activación de la circulación en zonas congestionadas. También poseen efectos drenantes y su contenido en magnesio tiene un efecto relajante sobre la musculatura.