Sabemos lo desagradable que resulta esa sensación de que tu cara se enfade con todo lo que haces con ella. Enrojece por cualquier cosa, se llena de granos y sarpullidos cuando menos te lo esperas, escuece cuando la limpias y pica -como si te clavaran agujas alrededor de la nariz- cuando no han pasado ni 20 segundos de tu maravillosa mascarilla de 10 minutos. En definitiva, tu rostro parece un duro campo de batalla.
La solución fácil es asumir que tienes la piel sensible. Pero ni los expertos se ponen de acuerdo para determinar en qué consiste tal condición. Eso sí, hay un denominador común para todas esas situaciones: la inflamación.
Lo difícil es saber por qué se produce. Por un lado está el factor genético, que explica la tendencia a sufrir trastornos como la rosácea o el acné. Por otro lado está la cuestión temporal, circunstancial, que altera la barrera de protección natural de la piel en un momento concreto y por una razón específica, pero que puede escalar hasta el infinito si no hallamos esta causa y no la solucionamos a tiempo. Así que pon en marcha estos consejos.
Son difíciles de trazar, pero si apenas dura 24 horas puede incluso deberse a una reacción a algo que has comido. Si te sucede cada vez que sales de la ducha, debes saber que no estás sola: hay muchísima gente cuyo rostro no soporta los cloros y químicos que contiene el agua para hacerla potable. O puede que te estés pasando con la temperatura; prueba a lavarte con agua más templada. Aunque también puedes echarle la culpa a alguno de tus cosméticos. Sigue la pista de todo lo que pruebas. Eso sí, solo cuenta si la reacción se produce dentro de las seis primeras horas tras la aplicación. Si transcurre más tiempo, es casi imposible que tenga algo que ver.
Solución. Casi todas las reacciones se deben a conservantes y a perfumes. Pero no está de más disminuir tu rutina a lo básico y elegir cosméticos de fórmula reducida. Te vendrán de maravilla las cremas que eliminan conservantes y excipientes para quedarse con lo que importa.
Puede sucederte con los derivados de la vitamina A, como el retinol o los retinoides, porque son muy fuertes. Pero que sepas que son los activos antienvejecimiento más efectivos y la piel acaba acostumbrándose a ellos con el tiempo. También te puede suceder con todas las cremas que contienen alfahidroxiácidos, porque tienen una acción exfoliante que elimina la capa superficial de la piel por reacción química y, al quedar al descubierto la nueva, a veces se manifiesta cierta sensación de picor.
Solución. Pasa los activos más potentes a tu rutina nocturna y quédate con una hidratante básica y un fotoprotector para la mañana. Y, durante un tiempo (tres semanas), descarta todos los cosméticos que contengan algún tipo de ácido en la etiqueta.
¿Te has obsesionado con la contaminación y quieres acabar con el mínimo resto de suciedad cada noche? Hay que mantener la calma. Y por muy de moda que esté la doble limpieza, está claro que uno de los dos pasos te está provocando un prurito.
Solución. Hay muchas más posibilidades de que la causa del problema sea el agua micelar que el aceite, porque para limpieza no se usan los esenciales, que son muy agresivos, sino los emolientes y calmantes. Puede que no estés utilizando correctamente el agua micelar: no tienes que frotar para limpiar, las micelas que contiene funcionan como un imán, así que solo tienes que presionar ligeramente sobre la piel el algodón humedecido para que se lleven la suciedad del rostro. Por si acaso, pásate a un agua micelar específica para pieles sensibles o a una espuma extra suave de limpieza.
Este trastorno cutáneo, que ademas de enrojecimiento en mejillas y frente suele venir acompañado de granos internos bastante dolorosos, no es difícil de diagnosticar. Pero no te lo va a contar ni el espejo ni una amiga, tienes que ir al dermatólogo. Porque el enrojecimiento puede deberse a muchas causas: desde tu tendencia natural a enrojecer por razones emocionales a una cuperosis, que es un problema de microcirculación cutánea; a una eritrosis, que se debe a una falta de elasticidad en los vasos sanguíneos.
Solución. Para todos los problemas menores, incluye en tu rutina diaria de cuidados productos específicos, porque sus activos te van a ayudar a controlar la dilatación de los vasos y a calmar la inflamación. Si lo que tienes es una rosácea, aunque sea incipiente, el dermatólogo tendrá que prescribirte, además, un tratamiento específico para tratarla.
*Artículo originalmente publicado en el número 969 de mujerhoy.
20 de enero-18 de febrero
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