Flora bacteriana: esencia en tu piel
Bacilos, bacterias y microbios campan a sus anchas por tu organismo. Lo sabes desde hace tiempo, porque los anuncios de yogures te han dejado claro que tu sistema digestivo funciona mucho mejor con todos ellos. En la piel sucede lo mismo. Y aquí la clave también son las defensas.
Ese cosmos de organismos microscópicos que conviven contigo se denomina microbioma. Todo un universo con más de 10.000 especies distintas y millones de microorganismos habitando cada centímetro de tu piel, que se dedican, precisamente, a crear el perfecto equilibrio para activar su barrera de protección. Sí, esa que, cuando funciona al 100%, no deja que se escape la hidratación ni permite que entren agentes irritantes.
La flora bacteriana de tu piel vive justo por encima de esta barrera y se dedica a reforzarla y repararla con su sola actividad vital. Y a regular las defensas: los últimos estudios de los doctores Bowe y Logan, de la Universidad de Nueva York, han descubierto que también se encargan de modular la respuesta del sistema inmunitario ante las necesidades de las células.
¿Qué pasa si se rompe la armonía?
Hay muchos factores que ponen en peligro ese equilibrio, desde el estrés a la contaminación, pasando por una mala alimentación o la ingesta de antibióticos. Pero nuestra obsesión por la limpieza parece ser lo más dañino, porque los jabones arrastran más que suciedad. Y es que nadie ha dicho que en esa convivencia de microbios todo sea felicidad: también hay bacterias malas y agresivas para la piel (el E. fecalis, por ejemplo) y hay que eliminarlos.
Lo malo es que los limpiadores potentes también acaban con el resto de la flora. Y el verdadero caos se produce cuando las bacterias nocivas, que generalmente están bajo control gracias a las buenas, colonizan tu piel. Entonces la barrera de protección deja de funcionar bien y el sistema inmunitario actúa como si se hubiera vuelto loco. Y ahí es cuando empiezan los problemas de piel sensible, irritaciones, eczema, rojeces y acné.
Probióticos y prebióticos: la solución.
Es la conclusión a la que han llegado las últimas investigaciones cosméticas. Si arreglamos las carencias de flora bacteriana del intestino ingiriendo más cepas de bacterias en forma de probióticos y alimento liofi lizado para nutrir a estas bacterias buenas en forma de prebióticos, podremos hacer lo mismo sobre la piel incluyéndolas en las fórmulas de las cremas. Dicho y hecho.
¿Por qué pre y pro? Son dos conceptos que, “aunque se complementan, no son lo mismo”, señala Gloria Montero, training Manager de Medik8. Los dos son beneficiosos para reforzar el microbioma, aunque, como te hemos contado, solo los probióticos son microorganismos vivos. Te explicamos por qué es mejor que tus cosméticos incluyan los dos.
No son microbios vivos, pero sí "principios activos que promueven y mejoran el crecimiento natural de las bacterias de la piel”, explica Montero, de Medik8. “Ayudan a que crezcan las bacterias buenas y, con ello, contribuyen a que disminuya el nivel de microorganismos malos"
¿Cómo lo hacen? “Se encargan de alimentar a las comunidades microbianas benefi ciosas y dejan sin nutrientes a las bacterias que han crecido en exceso”, explican desde be+, de laboratorios cinfa, que han añadido un complejo de prebióticos y ácido hialurónico denominado be+ Skin barrier protection a sus líneas para pieles intolerantes y con rojeces.
“Este tipo de pieles han visto alterado, en algún momento, su primer escudo protector (compuesto por la microbiota cutánea y el manto hidrolipídico). Este se encarga de aportar inmunidad innata a la piel. pero cuando se desequilibra, se produce una proliferación de patógenos que provocan el desarrollo de problemas como la dermatitis o el acné”. Porque todos estos problemas se desencadenan cuando un tipo de bacteria de las que conviven en la piel crece más que las demás.
Son bacterias que habitualmente viven en tu piel. Lo importante –señala Gloria Montero, de Medik8– es hacer una selección y mezcla interesante de cepas de probióticos”. Estudios recientes del Mount Sinai Medical center de Nueva York han demostrado que algunas de estas bacterias mandan mensajes a las células para que no alerten al sistema inmunitario y frenen las inflamaciones innecesarias.
Hay otras que funcionan como auténticos guardaespaldas, que se plantan ante los receptores de las células y no permiten que las bacterias agresivas tomen la zona. Algunas incluso producen sustancias que atacan a las bacterias nocivas, como la que causan el acné, Propinobacterium acnes.
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