belleza
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Comienzo a escribir este post –y me doy cuenta de que en realidad lo estoy haciendo por mí misma- para recordarme lo bien que sienta meditar y, sobre todo, grabar a fuego en esta inconstante mente mía los muchos beneficios que proporciona la meditación. Y entre ellos, nada más y nada menos que estar más jóvenes a nivel celular.
Que nadie imagine que dedicar un rato cada día a intentar parar la mente y concentrarse en la respiración o en un mantra sustituye a un buen cuidado facial. Y, sin embargo, son cada vez más los indicios de que meditar, y darle al botón de 'pause' de la mente puede ayudar a parar el envejecimiento a nivel celular y que, de esta forma, todos nuestros órganos funcionen mejor. Y con ello, a vivir más tiempo y, sobre todo, con más salud y paz.
Si bien los estudios no son masivos, todos parecen indicar que la meditación actúa de forma positiva sobre los telómeros. Para explicar lo que son de forma sencilla diremos que son trozos de ADN situados en el extremo de los cromosomas: su tarea es controlar la cantidad de veces que se puede replicar una célula. Cuanto más cortos sean los telómeros, más cerca estará esa célula de su senectud o de su muerte, y, por tanto, también más cerca de entorpecer el funcionamiento del órgano al que pertenece.
Se sabe que la longitud de los telómeros es un indicador claro de la juventud –o vejez– celular, y que cuanto más cortos sean, mayores posibilidades hay de sufrir enfermedades graves, a menudo asociadas a la edad, como problemas de corazón, circulación, diabetes tipo 2, hipertensión o demencia.
No solo el paso de los años afecta a la longitud de los telómeros –es decir, la edad cronológica– sino también nuestro estilo de vida: cuanto menos sano sea, más rápidamente se acortarán. Mala dieta, falta de sueño, tabaco, alcohol y estrés crónico son factores que les afectan , y no precisamente para bien.
A cambio, parece que la meditación puede prolongar su longitud, y para bien. Un estudio de la Universidad de Zaragoza midió la longitud de los telómeros de 40 personas: 20 de ellas eran expertas en meditación zen y las otras 20, personas sanas y con un estilo de vida similar, pero que no habían practicado meditación. Los primeros mostraron tener telómeros más largos y un menor porcentaje de telómeros cortos.
Es verdad que el estudio se realizó con meditadores expertos. ¿Quiere eso decir que los que no poseemos esa experiencia –ni técnica– nos hemos de dar por vencidos? Para gran alegría nuestra, no: un estudio anterior indicaba que 15 minutos diarios de meditación mejora la respuesta inflamatoria del organismo, el metabolismo y la secreción de insulina.
Confieso que pertenezco a ese grupo de seres humanos incoherentes que no practica mucho de lo que dice. Y sabiendo –como sé– que meditar es una de las técnicas que mejor me sientan y cuyos efectos beneficiosos noto de inmediato (sinceramente, lo percibo yo y también mi entorno: soy mejor persona ¡y mucho menos malhumorada!), cuando estoy ocupada, liada, agobiada o agotada (¿le suena a alguien? ¡Seguro que a much@s!) esos quince minutos son lo primero que elimino de mi rutina.
Quizás por eso haya escrito este artículo: para recordarme que hay pocas prácticas tan beneficiosas, que cuesten tan poco trabajo ¡y que sean gratuitas!
A menudo, cuando le comento a alguien que intento meditar regularmente, la primera expresión es “¡ay, es que yo no logro no pensar en nada, me es imposible!”. Bien, que no se agobien… No se trata de no pensar en nada. Ni de evitarlo a toda costa. Lo que se busca es centrarse y concentrarse en un pensamiento que nos ayude a descansar la mente. Y claro que no dejan de pasar pensamientos variados por la cabeza, ¡todo el tiempo! El secreto está en darse cuenta y dejarlos pasar.
Si no se tiene costumbre, o no hay forma de iniciarse con algún grupo o monitor, existen apps o incluso audios de Ivoox con meditaciones guiadas.
Entre mis favoritas están las tres meditaciones que se encuentran en la página Bienestar Consciente, de Cuca Azinovic –es fantástica la del 'scanner' corporal para autochequearse regularmente– y además se encuentra información sobre los cursos de mindfulness que hace regularmente.
Son también muy fáciles de seguir las de Marta Loperena, entrenadora de meditación que tiene un taller online y varias meditaciones guiadas en ivoox, y muy popular es también la app Headspace, si bien se encuentra solo en inglés.
Y, sí, me prometo –e intentaré ser consecuente– ser más constante al meditar. Que, de verdad, vale la pena.
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