El día que Audrey Hepburn cambió la historia del perfume

Era una tarde serena de 1953. Hubert de Givenchy , que apenas contaba 26 años, pero ya había tenido tiempo de dejar maravillado al mundo entero con tu talento creativo, esperaba en su atelier de París la llegada de una actriz de Hollywood. Le habían dicho el nombre y él, probablemente, se había quedado solo con el apellido. Era Hepburn, así que dedujo que se trataría de Katharine, la mítica protagonista de La fiera de mi niña e Historias de Filadelfia, que ya se había mostrado entusiasmada con sus diseños un año antes.

“Pero lo que se encontró fue a Audrey Hepburn . Una muchacha alta y delgada, vestida con unos pantalones Capri y un jersey de rayas marineras que completaba su atuendo con un canotier de paja de los que usan los gondoleros y que llevaba escrita en el ala la palabra Venezia”, explica Eloy Martínez de la Pera, amigo personal del creador y comisario de las exposiciones retrospectivas sobre su trabajo que han recorrido el mundo.

Audrey era la viva imagen de la esencia cool de su época, pero Hubert se encontraba en medio del frenesí de crear su siguiente colección y le dijo que no podía atenderla. Hepburn había peregrinado hasta allí para encontrar el vestuario para la película que empezaba a rodar, Sabrina, e insistió en probarse los vestidos con los que el equipo de Givenchy estaba trabajando en ese momento. Le sentaban como un guante. Givenchy seguía sin estar seguro.

“Pero esa chiquilla deliciosa con la que conecté instantáneamente me llevo a cenar y no volví a separarme de ella nunca más”, contaba el maestro en su última aparición pública en el Museo de Calais, en junio de 2017, antes de su fallecimiento en marzo de 2018 . El resto es historia. Juntos convirtieron la intersección entre alta moda y cine en un arte con códigos propios. “Su estilo se convirtió también en el mío”, confesaría el propio Givenchy en su encuentro con Mujerhoy en Calais.

Pero no se adelantaron a todo solo en eso. Apenas cuatro años después volvieron a romper las normas y a escribir de su puño y letra la historia de la moda cuando Audrey se convirtió en la primera estrella de Hollywood que se erigía en musa, imagen y embajadora de un perfume de una maison de Alta Costura: L’Interdit. Inicialmente, Hubert lo había hecho crear especialmente para ella.

Era una forma de darle las gracias por haber hecho de él un éxito internacional mucho más allá de las estrechas fronteras del reino de la moda. Con Sabrina y Una cara con ángel, los magníficos vestidos y los originales dos piezas del modisto se habían elevado al Olimpo de la imaginería popular del siglo XX. Y todavía no había cumplido los 30. Había mucho que agradecer y quiso hacerlo con lo más exclusivo que se le ocurrió: un aura olfativa solo para ella.

Givenchy le pidió al nariz más importante de la época, Francis Fabron, que imaginara un aroma rupturista, que oliera a limpio y a flores, a misterio y a elegancia. Y Fabrón creó una narrativa de notas florales aldehídicas que dejó a todo el mundo sin aliento. La primera, Audrey, que se enamoró completamente de la fragancia. No fue la única. “Hubert pulverizó el perfume sobre un pañuelo para mostrárselo a su amiga. Pero el pañuelo se quedó en el atelier. Y todas las mujeres que pasaban por allí se sentían inmediatamente atraídas y atrapadas por la magia de sus acordes. De las ayudantes y modistas de Hubert a clientas como la duquesa de Windsor”, explica Martínez de la Pera.

Hubert y su hermano Jean-Claude, que ya habían lanzado juntos otro aroma llamado De un año antes, se dieron cuenta de que el perfume particular de Audrey podía convertirse en un éxito sin precedentes. Pero había que pedirle permiso a la actriz, que ya contaba con un Oscar por Sabrina.

“Te lo prohíbo”, fue su primera reacción. Hubert la acabó convenciendo. “Era la mujer más generosa que he conocido jamás”, aseguró en su intervención en Calais. Pero de esa explosión de emociones nacería el nombre de una fragancia mítica: L'Interdit, que significa lo prohibido. Y durante 60 años ha sido el perfume más emblemático de la maison Givenchy. Así que esa tarde en la que una desconocida pero encantadora actriz belga se atrevió a pedirle a un modisto de renombre que le dejara ponerse un vestido marcó para siempre el devenir de la historia de la alta perfumería.

En 2018 se abre un nuevo capítulo de esta historia: “Givenchy crea una nueva fragancia L’Interdit que incita a las mujeres a descurbrir el placer de lo prohibido”, proponen en la maison que ahora comanda Clare Weight Keller , creadora del vestido de boda de Meghan Markle (quien lució precisamente el escote marca de la casa que Audrey Hepburn convirtió en un detalle icónico la historia de la moda).

Porque los nuevos tiempos también requieren audacia, libertad y nuevos acordes, L’Interdit acaba de ser reinterpretado en clave de modernidad por tres de los perfumistas más originales de nuestros tiempos: Olivier Ropion, Anne Flipo y Fanny Bal. Y la propuesta de este trío de genios es un ramo floral blanco de azahar, jazmín y nardo del que emanan tonos oscuros terrosos de vetiver y pachuli.

Transgresión y elegancia en una misma gota que define a la perfección a la musa que lo encarna ahora: Rooney Mara. Vestida de Alta Costura, la actriz se apoya en los azulejos blancos del metro de Nueva York en la nueva y rompedora imagen que compone un lienzo postmoderno de lo que habría podido ser Audrey en estos tiempos de velocidad, tendencias, inmediatez y culto a lo visual.

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