Es, posiblemente, uno de los términos más usados en cosmética. Peeling. Exfoliación. Renovación. El tratamiento consistente en eliminar células muertas de la capa superior de la piel, sea mediante un método físico (sea un cepillo rasposo o un producto que arrastre esas células consigo) o un exfoliante químico con ácidos, que disuelve las uniones entre los corneocitos y renueve la superficie cutánea. Esta técnica consigue darle al cutis un aspecto más radiante, atenuar arruguitas y difuminar manchas, y, además, estimular la creación de nuevo colágeno y elastina además de mejorar la penetración de cualquier activo que se aplique después. Pero su eficacia no significa que sean recomendables para todas las pieles.
Ojo: es cierto que hay fórmulas aptas hasta para las pieles más delicadas, como los tónicos exfoliantes a concentraciones bajas o los productos con micropartículas muy suaves suspendidas en un bálsamo o una fórmula oleosa, pero en general, estas pieles deben limitarse a tratamientos esporádicos, realizados siempre de noche –para permitir que la piel se recupere mejor, libre de las agresiones medioambientales que se producen de día – y controlando que la piel no se irrite o enrojezca en exceso. En estos casos también es mejor ser muy cauto con los cepillos de limpieza sónicos, que también tienen una acción de gommage que puede irritar a las epidermis más delicadas, que se rebelan en forma de granos y rojeces.
No, no y no a la exfoliación. Y es que, aunque parecería lógico pensar que al exfoliar se limpia ese exceso de grasa, no es así. Cuando hay un proceso acnéico, l a piel se encuentra ya muy irritada de por sí, y añadirle otro motivo de inflamación solo consigue agravar el problema y aumentar los granos. En este caso, cualquier tratamiento debería ir siempre de la mano del dermatólogo.
Cuidado: es más que probable que cuando se presenten estos síntomas nos hallemos frente a un caso de rosácea, un trastorno cutáneo al que lo último que le hace falta es irritar aún más a una piel ya de por sí híper sensible.
Aunque los peelings, sobre todo los médicos, son un tratamiento habitual contra las manchas, es mejor tener cuidado cuando los problemas de pigmentación son de origen hormonal, como sucede con el melasma. Y es que además de estar muy relacionados con las hormonas, estas manchas tienen un componente inflamatorio, y se pueden intensificar y oscurecer aún más al agredir la piel.
Es el caso en pieles –especialmente, en fototipos más oscuros– que reaccionan a este tipo de trauma cutáneo con una hiperpigmentación postinflamatoria. Es decir, manchas. En caso de reconocer esos síntomas en la piel, más vale tenerlos en cuanto como una señal de que, en este tipo de cutis, más vale ser cauto con los peelings intensivos.
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20 de enero-18 de febrero
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