Como en la aspirina. Sí, el ácido salicílico es primo hermano del ácido acetilsalicílico, el de las aspirinas; pero cuando se añade a lociones, cremas o peelings ¡no es precisamente para aliviar el dolor de cabeza! Su superpoder es su eficaz acción de peeling y, sobre todo, de control de la grasa ,y, con ella, de granos, puntos negros e impurezas.
Hay una razón por la que los ácidos tienen tanto éxito en dermatología: actúan liberando las uniones que hay entre las células de la capa cornea, la última y más externa de la piel. Pero no todos los ácidos son iguales, ni en estructura química ni en forma de actuar. Por eso, vamos a dedicar un espacio propio a uno de los más populares, el ácido salicílico. Que, a diferencia de otros como el glicólico o mandélico, no es un alfahidroxiácido, sino un betahidroxiácido, un detalle que no solo le cambia el nombre sino, sobre todo, su forma de actuar, pues su estructura molecular hace que sea mucho más soluble en grasa y que, en vez de quedarse en la superficie, como los alfahidroxiácidos, pueda penetrar más profundamente.
Y es que el ácido salicílico tiene un superpoder muy, muy especial: al lograr abrirse paso entre el sebo cutáneo, lo va disolviendo y, de esta forma, evita que se acumule en torno a los poros, una de las razones de la formación de impurezas. Vamos, que nos deja los poros como una patena. No solo eso: además tiene una acción limpiadora intensiva precisamente por esa capacidad de actuar de forma profunda y, usado en la potencia adecuada, controla la aparición de sebo y ayuda a regular las pieles muy grasas.
¿Quiere eso decir que este betahidroxiácido logra eliminar el acné? No necesariamente. Si bien es muy eficaz contra los puntos blancos, y ayuda a regular ese ritmo de renovación celular que es demasiado lento en las pieles grasas, su acción contra la bacteria causante del acné, la P. acnés, es más reducida. Ayuda, sí, pues es antibacteriano, pero se queda corto si ha de combatir solo los casos de acné cístico.
Claro que toda esa bondad tiene un precio: el ácido salicílico es muy, muy potente. Y la misma acción antisebo que lo hace ideal para pieles grasas le convierte en desaconsejable para los cutis secos o sensibles. No solo en estos casos: si se usa con frecuencia excesiva o en concentraciones excesivas, puede causar irritación y sequedad, enrojecimiento y descamación. Por el contrario, en concentraciones más bajas puede ser incluso hidratante y ayuda a mejorar el aspecto de las pieles congestionadas, que se ven ahogadas o irregulares.
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20 de enero-18 de febrero
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