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Alexandra Palt: "La gente dice que está preocupada por el medioambiente, pero se le olvida cuando compra"

Ha sido una activista por los derechos humanos y dice que sigue ejerciendo como tal en el mundo corporativo. Esta austríaca formada en Cambridge es la responsable de que la mayor empresa de belleza del mundo se haya transformado en un auténtico ejemplo de sostenibilidad.

Alexandra Palt directora mundial de Responsabilidad Corporativa y Sostenibilidad del Grupo L'Oreal. / UXÍO DA VILA

Laura Requejo
Laura Requejo

Ella misma se define como "una mediadora con grandes convicciones". Y afirma que su misión personal es tender puentes. Una habilidad que adquirió en la ONG Amnistía Internacional y que ahora ejerce en el Grupo L'Oréal, donde entró en 2012 como directora mundial de Responsabilidad Corporativa y Sostenibilidad. Y ha logrado implementar grandes cambios en la empresa cosmética. Ahora, además, también es vicepresidenta ejecutiva de su Fundación y ha puesto en marcha una iniciativa pionera de transparencia a través de una herramienta que les ha permitido reducir hasta un 79% el impacto social y medioambiental de sus productos. Alexandra Palt acudió al Santander WomenNow Summit -organizado en Madrid por Taller de Editores-Vocento- para explicar cómo ha logrado que el gigante francés de la cosmética sea pionero en belleza sostenible.

  • Mujerhoy ¿Cómo se pasa del activismo al mundo corporativo? Alexandra Palt Nunca he dejado de ser una activista... Solo que ahora lo ejerzo dentro de una compañía. Y no siento que haya tenido que comprometer mis valores para trabajar en el sector privado. Al contrario. Aporto mi bagaje. Y ahora trabajo en un sector que tiene recursos para conseguir cosas. Porque en las ONG hay mucho idealismo, pero también muchas áreas de trabajo que requieren mejoras.

  • M.H. Pero da la sensación de que el activismo consigue más cosas... A.P. Es todo mucho más complejo que ese reduccionismo en el que las corporaciones son las malas y los activistas, los buenos. Hay gente trabajando en todos los ámbitos para conseguir que la sociedad progrese. Tanto las empresas como las ONG tienen prejuicios y estereotipos con los que hay que acabar. Yo conozco ambos mundos y estoy en la posición de hacerlo. Tengo el poder de animar a la compañía a ser más abierta, de convencerla para reunirse con organizaciones solidarias para conocernos mejor mutuamente. Todas se sorprenden de lo mucho que hacemos y conseguimos desde el ámbito corporativo.

  • M.H. ¿Y eso se hace mejor desde una empresa que desde un administración pública? A.P. La verdad es que sí. Yo siento que nunca antes había tenido la oportunidad de tener un impacto positivo en la sociedad como lo tengo ahora trabajando en una multinacional. Porque he estado también en el sector público y te puedo asegurar que cuando una compañía decide implementar un cambio, lo lleva a cabo hasta el final y lo hace de manera mucho más eficiente que un gobierno, al que todo le lleva más tiempo por unas vías burocráticas mucho más lentas y complicadas.

  • M.H. ¿Y no hay cierto recelo sobre las intenciones de las compañías? A.P. Creo que todo eso ya está superado. Todo el mundo es consciente de que hay empresas que están comprometidas con la sociedad y con el medio ambiente porque se corresponde con su valores y porque es la única forma de avanzar. El debate social se sitúa en otro nivel ahora mismo.

  • M.H. ¿Cuándo supo que quería dedicarse a convencer a los demás de que hay que hacer lo correcto? A.P. Lo supe muy pronto. Desde muy pequeña tenía claro que quería dedicarme a conseguir el bien común. Es algo que respiraba en la historia de mi familia y que tiene mucho que ver con mi personalidad, pero también con mi infancia en los 70 y los 80. La mía fue la primera generación de austriacos que creció con un sentido muy profundo y una percepción muy clara de lo que había significado el Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial. Pero además, en mi herencia había un gran compromiso con los derechos de las mujeres. Mi abuela fue una feminista convencida y adelantada a su tiempo. Así que sabía desde muy joven que tenía que dedicarme a defender a las personas. Y estudié Derecho no porque me apasionara, sino porque me pareció la opción más útil.

Las ciudades junto a las grandes empresas Son las únicas capaces de tener un impacto positivo real sobre el medio ambiente".

  • M.H. Empezó a trabajar en Amnistía Internacional Alemania, lo hizo en un momento crucial para los derechos humanos A.P. En 1999 eran tiempos convulsos, con el Apartheid, los conflictos derivados del petróleo en África, las ejecuciones de mujeres en Oriente Medio y las violaciones y abusos que se producían en todas partes del mundo. Pero también estaba empezando a desarrollarse la cooperación internacional y fue en ese momento en el que descubrí la responsabilidad social corporativa. Siempre he sentido que tengo la capacidad de mantenerme al margen en los conflictos, de manera que puedo seguir siendo objetiva, y me resulta muy fácil tender puentes entre ambas partes. Recuerdo que le dije a una amiga que me quería dedicar a mediar en los conflictos, que veía claramente que era el futuro y ella me contestó: "¿Quién va a querer pagarte por hacer eso?". Pero me empeñé en ello y he llegado hasta aquí.

  • M.H. ¿Y cuáles son los mayores desafíos a los que se ha enfrentado en su carrera desde entonces? A.P. Pues curiosamente, el mayor reto ha sido mantener la objetividad por encima de todo. Porque cuando trabajas en temas como la violación de los derechos de las mujeres o la sostenibilidad es muy difícil dejar de lado la subjetividad. Pero si te dejas llevar solo por la pasión, careces de la distancia necesaria para entender el tema desde todos los puntos de vista. Y si te acabas implicando demasiado, pierdes la habilidad de conseguir que el cambio se produzca. Así que el auténtico desafío ha sido mantener los sentimientos al margen y ser capaz de comprender a todas las partes implicadas.

  • M.H. ¿El hecho de ser mujer le ha ayudado a desarrollar su trabajo? A.P. Ha supuesto un reto muy importante en lo personal. Y tiene que ver con cómo crees que te ven los demás y cómo eso afecta a la percepción que tienes de ti misma. Cuando eres una mujer poderosa y dominante tienes que lidiar con una crítica masculina que se suele centrar en que eres demasiado dura. Durante mucho tiempo hizo que me cuestionara a mí misma. Pero me di cuenta de que las mujeres que han llegado a determinados puestos es porque están perfectamente cualificadas para ellos.

  • M.H. ¿Las mujeres tienen miedo a ser juzgadas por ser competitivas? A.P. Es algo que inevitablemente nos acompaña en nuestras carreras profesionales. Lo comenté una vez con la alcaldesa de París Anne Hidalgo, y me dijo que ella sentía lo mismo, que eran siempre los hombres los que la veían como una mujer autoritaria. Entonces entendí que el problema lo tenían ellos y para mí fue una liberación. Aunque tardé 20 años en darme cuenta. Lo curioso es que solo sucede con mayores de 50 o 55. Los jóvenes no tienen problema con que seamos fuertes y tengamos capacidad de decisión. El CEO de L'Oréal, Jean Paul Agon, tampoco lo tiene, por eso hay tantas mujeres con poder en esta empresa.

Alexandra Palt. / UXÍO DA VILA

  • M.H. Y en temas de sostenibilidad y medio ambiente, ¿cree que por fin se ha producido un cambio en la sociedad? A.P. La sensibilidad ha cambiado, pero el comportamiento no tanto. Los millennials son muy conscientes de la importancia de la sostenibilidad y están muy interesados en el medio ambiente, pero están mucho más interesados en sí mismos. Así que todo lo que sea bueno para el planeta también tiene que ser bueno para ellos. Lo hemos visto en muchos de los estudios de mercado.

  • M.H. ¿Y qué conclusiones sacan en esos estudios? A.P. Los consumidores, especialmente los más jóvenes, dicen que quieren productos responsables y que incluso están dispuestos a pagar más por ellos si cumplen sus estándares de compromiso con la naturaleza. Pero cuando van al supermercado se olvidan de lo que han dicho. La ciudadanía y el consumidor no están alineados en sus objetivos. Porque la persona siente una cosa, pero se comporta de manera muy diferente en sus hábitos de consumo y no parece importarle tanto el medio ambiente cuando toma una decisión de compra.

  • M.H. ¿Cómo afecta eso a las empresas que llevan a cabo una política seria de sostenibilidad? A.P. Para nosotros es muy complicado. Porque si hacemos un esfuerzo por producir paquetes más ligeros, que contaminen menos y el consumidor los percibe como de menor calidad porque pesan poco, no hay forma de conseguir un cambio de actitud. Hemos dado al comprador la posibilidad de recargar y reciclar en punto de venta, pero no lo hace.

Los hombres jóvenes no tienen problema con que seamos fuertes y tomemos decisiones; para los de 50 eso es ser una mujer autoritaria".

  • M.H. Pero la sociedad parece muy implicada con el reciclaje A.P. No en todas las culturas y no a todos los niveles. Sucede con el plástico reciclado, por ejemplo. Hay muchos lugares en los que se cree que tienen algún riesgo de toxicidad, aunque no es así en absoluto. En L'Oréal utilizamos el mismo plástico reciclado que se usa en la alimentación, así que sus estándares de seguridad son altísimos. Pero en determinados países nos encontramos con el rechazo del consumidor y tenemos que prescindir de ellos, a pesar de ser una de las vías más efectivas para reducir drásticamente la producción de plásticos nuevos.

  • M.H. ¿Y hay alguna solución? A.P. El mayor reto al que nos enfrentamos las compañías como L'Oréal cuando decidimos apostar firmemente por la sostenibilidad es cómo implicar en nuestro proyecto al consumidor. En Francia hemos hecho una campaña de reciclaje este año. Y en 2020 toda la información de impacto social y medioambiental de nuestros productos estará impresa en nuestras etiquetas o disponibles en nuestras webs: desde la huella de carbono a la procedencia de los ingredientes.

  • M.H. ¿Qué se puede hacer como sociedad para que cale la importancia de la sostenibilidad? A.P. Como sociedad sabemos de sobra que vamos encaminados hacia un cataclismo climático y medioambiental de grandes proporciones. Pero parece que no nos lo terminamos de creer. Y eso que se ha probado todo: desde las alertas catastróficas al optimismo. La gente no entiende lo cerca que estamos del desastre.

  • M.H. Pero los países no se implican: EE.UU. se ha salido del Pacto de París y su presidente no se cree el cambio climático. A.P. Curiosamente, eso ha tenido un efecto positivo. Nunca antes se había visto una movilización social tan profunda y convencida en la lucha contra el cambio climático como la que se está viviendo en EE.UU. desde que Trump está en el poder.

"Una perspectiva necesaria"

  • Alexandra Palt acudió a Madrid para participar en la cumbre Santander WomenNow Summit, y habló sobre la lucha por la sostenibilidad en las empresas. Pero también sobre cómo el hecho de ser mujer ha moldeado su carrera. La directora mundial de Responsabilidad Corporativa y Sostenibilidad del Grupo L'Oréal considera esencial que estemos presentes no solo en los ámbitos de decisión económica y política, sino en todas partes.

  • "Aportamos inteligencia, pero también una perspectiva necesaria. A todos los niveles. En 2018 la FDA retiró 10 medicamentos porque las compañías farmacéuticas, dirigidas por hombres, no los habían probado nunca en mujeres. Y los dispositivos de inteligencia artificial, también con programadores masculinos, no eran capaces de localizar ayuda para mujeres que habían sido violadas. Todo eso hay que cambiarlo desde dentro", concluye.

  • M.H. ¿Cómo se articula esa lucha con los gobiernos en contra? A.P. La clave está en las ciudades. La movilización de sus habitantes y de sus gobiernos locales es esencial. Y ahora mismo hay muchas grandes urbes en EE.UU., como San Francisco, Nueva York o Washington, que siguen rigiéndose por los acuerdos internacionales sobre cambio climático y establecen políticas de sostenibilidad.

  • M.H. ¿Entonces son las metrópolis las que van a conseguir el cambio en la sociedad? A.P. Son las únicas, junto a las grandes empresas, capaces de tener un impacto positivo real sobre el medio ambiente. Por eso en L'Oréal colaboramos con C40, una asociación que agrupa a las 40 urbes más importantes del mundo comprometidas con la sostenibilidad. Las ciudades son el futuro del planeta.

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