belleza
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Sí, lo sabemos, este es un trabajo de alto riesgo, pero si consigues dominar la técnica de la aplicación del atubronceador, te ahorrarás una cuantas horas de sol y unos cuantos riesgos para tu piel. ¿Preparada para aprender a subir el tono a tu antojo? No tengas miedo, las fórmulas se han perfeccionado y ya no queda el color amarillo-anaranjado de los primeros autobronceadores que salieron al mercado. Hazte con una buena crema, spray, mousse, toallitas o agua brnceadora sigue estos sencillos consejos y lucirás un moreno sin esfuerzo y sin peligro. Nadie sospechará que no has pisado la playa en todo el verano.
Piensa en ella como si fuera un lienzo, si este no está limpio y liso, los trazos de pintura se verán irregulares y con un tono que no es el deseado. Así que lo primero que debes hacer es exfoliar la piel para liberarla de todas las impurezas y unificar la textura. Ah, y damos por hecho que estás depilada. Pero si no es así, no te vayas a pasar la cuchilla ahora; hazlo un par de días antes por si te cortas (los pigmentos se concentrarán en la herida).
Esta es la única excepción que existe para no aplicarte una crema corporal después de haberte hecho una exfoliación. Aunque te cueste, no lo hagas, salvo que quieras acabar con manchas (porque resbalará el autobronceador) y terminar con una piel animal print.
Aunque este tinte sea inocuo (es un producto que incorpora unos azúcares que provocan una reacción química que colorea la piel), tiñe. Y uno de los sitios donde más lo hace es en las palmas de las manos (y de los pies, claro, pero estas no se ven…) y en las uñas, así que como vas a necesitar las manos para extender el producto, ponlas a resguardo con unos guantes finos.
Aplica el autobronceador desde los pies y ve ascendiendo siempre con movimientos circulares para cubrir todo el área de manera uniforme.
Cuidado con codos y rodillas, que se pigmentan más por la rugosidad de la piel, así que aplica menos cantidad de producto en esas áreas.
La consigna para no parecer Gunilla Von Bismardk en la Marbella de los 80 es ser moderada. Mejor da una capa fina (hazlo por la noche para que se fije y por la mañana eliminarás el exceso en la ducha) y si al día siguiente quieres elevar el tono, vuelve a repetir la operación.
A partir de este momento, cuida ese bronceado falso como si fuera real. Hidrata la piel para que luzca más brillante y elástica. Y ahora que tienes colorcillo, para mantener ese buen tono, aplícate una nueva capa de autobronceador cada semana.
¿Sencillo, no? Si, pese a todo, no te sientes capaz, siempre te quedarán los nutricosméticos, con los que puedes hacer aflorar la melanina y subir el color a tu piel.
Solo una cosa más: los autobronceadores no protegen del sol, así que si vas a exponerte a los rayos, recuerda que el tuyo es un moreno de bote, así que ponte un fotoprotector con SPF50.
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