Para estar como una espiga la genética ayuda, pero pasada una edad, hay que currárselo . Eso es lo que cree Mario Vaquerizo, que reconoce que ha pasado unos meses complicados desde que le detectaron la artrosis degenerativa que le ha tenido alejado del gimnasio. “He llevado fatal no pisarlo, porque yo soy una persona muy disciplinada y además me gusta verme guapo. De hecho, lo que empezó siendo una cuestión estética, para tener el cuerpo que quería, se ha convertido en algo mental, de necesidad, de enganche. Yo no sabía que existía eso de las endorfinas, pero me he dado cuenta de que cuando salgo del gimnasio me siento feliz y pleno, y durante mi enfermedad he echado mucho de menos esa sensación de estar en forma”, apunta.
A Mario Vaquerizo le gusta madrugar y plantarse en la sala de máquinas desde las siete de la mañana hasta las ocho y media para poner en práctica su tabla de ejercicios, una rutina que sigue cinco días a la semana. “No me cuesta nada levantarme porque, si me interesa algo, soy una persona muy constante hasta que consigo lo que me propongo; tengo una disciplina germánica. En el gimnasio hago mucho ejercicio cardiovascular y pesas, pero no como una sansona. Levanto pesitas para tener un cuerpo fibrado y tonificado, no para estar supermusculado”.
Y, luego, cuida mucho su alimentación: “Yo estoy siempre a dieta porque si no, no me cuidaría. Me encanta estar a dieta, no por no comer, sino por alimentarme mejor, de manera más equilibrada, sin grasas ni comida precocinada. Yo, por mi naturaleza, que tiendo al despropósito, y si no siguiera unas pautas rígidas, estaría todo el día comiendo, lo que no se debe, porque me pondría enorme y se me dispararía el colesterol, y eso es malísimo. Por eso prefiero someterme a la dictadura de un régimen, para que mi organismo esté mejor, pero siempre teniendo todos los aportes nutritivos y combinando muy bien todos los grupos de nutrientes”, apunta Vaquerizo, que es un firme defensor del consumo de carne. “ Yo creo mucho en la proteína, soy de la religión proteínica, y que no se enfaden los veganos. Yo creo que para el cerebro es necesaria la carne de un animal y sus derivados, porque si no, te vuelves loco. A mí el queso de soja, por ejemplo, no me gusta, no tiene el mismo sabor que el normal, pero cada uno puede hacer lo que quiera y comer lo que le dé la gana, defiendo la libertad absoluta de cada cual”.
Tanto es así, que él mismo reconoce que no podría vivir sin cerveza, esa es su gran debilidad a la hora de hacer dieta y que se salta varias veces al día: “Me encanta, es mi bebida favorita, y creo que es muy buena, porque tiene muy pocas calorías, es diurética, antioxidante y tiene vitamina B. A ver quién dice que es mala…”.
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20 de enero-18 de febrero
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