Los humanos tenemos algo de lagartos o de serpientes, escoge el reptil que menos miedo te dé. Si en algo nos parecemos a ellos –bueno, hay quien puede tener otras características coincidentes, pero no entraremos en temas rastreros– es en el cambio de piel , solo que en los humanos no es tan visible esta muda.
Nosotros renovamos nuestra piel cada 28-30 díascuando somos jóvenes, un periodo que se va alargando a medida que cumplimos años, porque, como es sabido, nuestro organismo acusa el desgaste y empieza a fallar. Pasados los 45 este cambio de piel puede llegar hasta los 50 días, ya que el metabolismo celular se ralentiza. Así que es fácil deducir que cuanto más mayores nos hacemos, más necesidad tenemos de usar un exfoliante que nos ayude a eliminar las células muertas y contribuya a oxigenar nuestra piel. Pero el mundo de los exfoliantes es casi infinito, así que para no arriesgarte a pelarte más de la cuenta, maneja estos cinco conceptos básicos:
Vale, la exfoliación es una limpieza profunda, pero si vas maquillada no hará su efecto. Tienes que retirar antes todos los cosméticos de tu piel para que el exfoliante pueda hacer su trabajo. Y, además, es conveniente que uses una leche limpiadora para que no haya una doble fricción y que dejes pasar un poco de tiempo para que la piel no esté tan sensibilizada.
No pretendas subir de nivel a la primera de cambio. Comienza con un peeling superficial y suave, salvo que tengas necesidades específicas (marcas de acné, etc.), que aconsejen uno de grado medio. Si te excedes, dejarás la piel desprotegida y vulnerable a posibles infecciones.
En el mercado hay cientos de exfoliantes, pero se agrupan en tres tipos. Unos son enzimáticos (sin gránulos), es decir, se aplican sobre la piel, se dejan actuar unos minutos para que las enzimas penetren en los capas inferiores y hagan su trabajo, y después se retiran. Son las más suaves. Otros actúan de forma mecánica, son fórmulas que llevan unas partículas que lo que provocan es una acción de arrastre. En este último caso, las bolitas pueden ocasionar microerosiones o resultar irritantes en algunas pieles, así que lo mejor es probarlos en la parte interna del brazo antes de hacerlo sobre la cara. Y, finalmente, están los tratamientos exfoliantes químicos, que llevan ácidos y que a bajas concentraciones son de uso doméstico. Son los más irritantes y con los que más cuidado hay que tener.
No por frotar más o por usar una exfoliante más a menudo vas a lograr una piel más luminosa y más sana, pero sí conseguirás alterar su pH y que quede tirante, así que ve con calma. En las pieles grasas puedes realizar una exfoliación dos veces por semana, en las normales con una cada cinco días basta y en las sensibles hay que espaciarla un poco más, un par de semanas.
Después de retirarte el exfoliante conviene que te apliques una capa de crema hidratante para restaurar la película hidrolipídica de la piel y que quede elástica.
Un último aviso, por si acaso, aunque parece una perogrullada: queda terminantemente prohibido exfoliarse la piel después de haber tomado el sol si no quieres despellejarte viva.
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20 de enero-18 de febrero
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