Habrá quien piense, como ocurre con el cambio climático, que lo de cuidarse la piel es un invento de las grandes empresas de cosmética para vender cremas, pero nada de eso, esta es una necesidad real. Cuidarse la piel es tan importante como lavarse los dientes para no tener caries o beber dos litros de agua para que nuestro organismo funcione correctamente. La piel es el órgano más grande del cuerpo y su cometido es crucial para que podamos vivir, ni más ni menos. La epidermis es nuestra barrera protectora frente a los agentes externos, así que es de lógica que nos esmeremos en conservar ese escudo en las mejores condiciones. Y mucho más cuando los daños en la piel se multiplican, como ocurre durante los meses de verano.
Aunque no te des cuenta al instante, el cloro y del salitre alteran nuestro pH, y te aseguro que a corto plazo lo vas a notar. La tentación al salir de la piscina o del mar es lavarte la cara con agua del grifo para calmarla, pero si puedes, evítalo, porque tiene cal y puede empeorar las cosas. Es preferible que recurras a una loción limpiadora suave sin alcohol para evitar irritaciones y eliminar los restos químicos y la sal.
Estos dos agresores son fatales para la piel, pero los rayos del sol se llevan la palma. Y es que aunque nos apliquemos fotoprotectores y seamos prudentes a la hora de pisar la playa, la radiación llega con más fuerza a la Tierra en esta época, por lo que incide de manera más intensa en nuestro rostro y durante más tiempo. El resultado es que la piel, como defensa, se engrosa y pierde elasticidad.
Enseguida te darás cuenta de que tu rostro está seco e, incluso, tirante. Es uno de los síntomas de que tu piel está deshidratada, así que no te olvides de aplicarte una buena capa de aftersun tan pronto como llegues a casa y te hayas limpiado. Este producto, o en su defecto una buena hidratante, es tan importante como el fotoprotector, no lo olvides. Y no lo decimos nosotras, sino el doctor Antonio Ortega, de Clínica Menorca: “ La hidratación es fundamental, en primer lugar, para mantener el bronceado que, aparte de que guste o no estéticamente, es un mecanismo de protección. Pero no solo eso, si tienes la piel bien hidratada, se conservará más compacta y preservará su manto hidrolipídico”.
El especialista recuerda, además, que la exposición al sol también provoca un envejecimiento prematuro de la piel, al dañar el ADN celular, por lo que debemos reparar ese desastre acudiendo a fórmulas con ácido hialurónico y cremas con factor de crecimiento epidémico.
Y no solo eso. “Cuando sometemos a la radiación solar a la piel, con el tiempo se produce un incremento de la flacidez cutánea y se pierde firmeza, pues esas radiaciones han desnaturalizado el colágeno y el entramado de sostén de la piel. Por lo tanto es importante aplicar cremas nutritivas, resveratrol, vitamina C (que dará luminosidad al rostro) y sustancias antioxidantes para estimular la regeneración celular”, añade el dermatólogo.
Ahora que estás avisada, ya es cosa tuya…
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