belleza
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El verano es esa estación del año hecha para abandonarnos al máximo: decimos adiós a la dieta, cambiamos el dress code de persona seria por los shorts y las chancletas, nos olvidamos de las planchas del pelo, del rímel y hasta de cepillarnos los dientes... Pase que dejemos el traje chaqueta y que tomemos una copa de más, pero eso de no cuidarse la boca es un descuido que no debes permitirte. ¿Te parece que exageramos? Pues atenta a todo lo que haces sin darte cuenta y las consecuencias que tiene sobre tu boca.
El calor, ya se sabe, es el causante de la deshidratación de la piel y del pelo, pero también de la boca. Quizá nunca te hayas dado cuenta, pero esta zona del cuerpo también se seca y por eso produce menos saliva, que es la encargada de equilibrar el pH y evitar irritaciones, quemazón de la lengua, etc. ¿Solución? No esperes a tener sed para beber agua, ¡abusa de este líquido en verano!
Para apagar el sofocón que nos producen las altas temperaturas muchas veces recurrimos a bebidas carbonatadas o con alto contenido en azúcar… Y luego no nos lavamos los dientes. Mal, porque estos refrescos pueden descalcificar los dientes y porque estás ofreciendo un caldo de cultivo perfecto para que las caries hagan su aparición. Y, por cierto, para desgastar menos el esmalte, mejor tómalas con pajita.
Del chiringuito a la playa y al revés. Vale, nada que objetar. Solo una cosa, asegúrate de llevar, al menos, un cepillo de dientes y una pasta dentífrica en la bolsa (el hilo dental también estaría bien). Si cargas con la toalla, las palas, la ropa para cambiarte, las gafas de sol, el fotoprotector, etc. ¿no vas a tener sitio para este utensilio de primera necesidad? Después de comer hay que lavarse los dientes sí o sí para que no se acumule placa bacteriana. No te saltes este gesto básico de higiene, por favor.
Las bebidas apetecen llenas de hielos y la cerveza, a poder ser, en una copa que venga directamente del congelador. Pues, cuidado, sobre todo si tomas alimentos calientes. El contraste de las temperaturas no es nada recomendable para el esmalte de los dientes. Pocas cosas son más molestas que la sensibilidad dental…
¿Eres de helados y de granizados? Nuestra sugerencia es que te controles. Primero por tu peso y, segundo, por el azúcar que tienen y que puede dañar tu dentadura, sobre todo si después de disfrutar de este capricho no tienes la costumbre de cepillarte los dientes.
Y, por último, si pasas gran parte de tus vacaciones metida en la piscina, ten cuidado con el cloro, que provoca la acumulación de sarro, manchas en los dientes y daña las encías. Una visita al dentista al acabar el verano para hacerte una revisión, ver si está todo en orden y, si procede, realizarte una limpieza profesional es lo mejor que puedes hacer para comenzar el curso. ¡Pide cita ya!
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