Vuelven las clases, los madrugones y los exámenes, pero también los amigos, los libros, los juegos y la diversión. Después de la maravillosa anarquía estival, se imponen de nuevo esas rutinas que les van a enseñar a organizar y estructurar sus vidas. Aprovecha para iniciarles en los cuidados beauty esenciales: de una piel bien hidratada a un pelo saludable, sin olvidarnos de unos dientes limpios y relucientes. Y unas cabezas libres de piojos. Hazte ya con este arsenal de cuidados (con muchos mimos) que tiene en cuenta todas las necesidades de su piel para mantenerla muy bien protegida.
Su piel es envidiablemente perfecta. Pero hasta que tus niños no se hagan mayores, no va a alcanzar su verdadera madurez. Y su barrera de protección natural se puede ver comprometida cuando descienden los niveles de hidratación.
Si ves que el rostro de tus hijos tiende a resecarse con facilidad o notas que su piel está áspera, incluye en su rutina de cuidados una crema hidratante. Aunque ya no sea un bebé, puedes usar las pediátricas, porque están pensadas para pieles frágiles y contienen todo lo necesario para reforzar su salud cutánea.
Hasta que no llega la adolescencia, el pelo de los niños es más fino que el de los adultos. Eso significa que se deshidrata con mayor facilidad (sobre todo, en las puntas) y que está abocado a enredarse sin compasión. En estas edades es imprescindible acudir al acondicionador después de lavar el pelo (mejor con champús con pocos surfactantes) para evitar tirones y para mantener el nivel de hidratación óptimo que es, precisamente, lo que evita los nudos.
El paso por la bañera se hace obligatorio por más razones que simplemente acabar con la suciedad acumulada durante el día. La piel de los niños está en proceso de maduración y su pH todavía no ha alcanzado un equilibrio. Y algo tan trivial como el sudor que produce correr por los pasillos del cole, saltar en el patio y jugar en el parque se puede convertir en un problema. ¿La razón? Su nivel de alcalinidad puede resultar irritante para estas pieles inmaduras. Usa siempre geles y cremas de baño ultrasuaves y emolientes.
Lo haces todos los días mientras son bebés. ¿Por qué abandonar una costumbre tan saludable? La respuesta la comparten todos los padres del planeta: a partir de los tres años, aplicarles crema o loción corporal al salir del baño se convierte en una batalla campal. Ya sea porque la sensación de la ropa que se pega después les resulta desagradable o porque sienten frío, no paran de moverse y pasar de los brazos se convierte en misión imposible. Pero, como ocurre con el rostro, su barrera de protección no se ha desarrollado del todo, y necesitan activos hidratantes para mejorar su funcionamiento. Si la cosa se complica, acude a los aceites de baño, que se aplican mientras están en el agua.
Aunque sus dientes de leche vayan a acabar convertidos en trofeos del Ratoncito Pérez, enseñar a los niños a mantener una higiene dental desde muy pequeños es esencial para su dentadura en el futuro. Convertirlo en un juego es la mejor forma de que se transforme en hábito saludable: cepillos divertidos y altamente efectivos, como el Sonicare de Philips o el Issa Mikro de Foreo, que combina filamentos de silicona con pulsaciones sónicas, lo ponen más fácil. Es importante también elegir pastas dentífricas bajas en flúor, porque a esas edades se tragan bastante más de la deseada.
Ellos también vuelven al cole en septiembre. Pero si no quieres hacer de la liendrera tu nueva mejor amiga, inicia una rutina de prevención ya mismo.
Su nombre lo eleva a la más alta categoría arborescente, pero, en realidad, se trata de una planta aromática autraliana. El aceite que se extrae del prensado de sus hojas tiene efecto bactericida y fungicida, y una gran peculiaridad: los terpenos que contiene se convierten en un efectivo repelente de piojos y también otros parásitos, como pulgas y garrapatas.
20 de enero-18 de febrero
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