belleza
belleza
No son imaginaciones tuyas: las pestañas densas, largas y rizadas contribuyen muchísimo a rejuvenecer la mirada. Por eso las sabias de la belleza siempre citan un poco de rubor y la máscara de pestañas como los verdaderamente imprescindibles del maquillaje. Por suerte, las técnicas modernas nos permiten darle un poco de descanso a la máscara y conseguir el efecto que deseamos con procedimientos cosméticos semipermanentes que nos ahorran mucho tiempo. El principal, las extensiones. Prácticas, pero muy caras, con mucho mantenimiento y poco indicadas para las que busquen naturalidad. Por eso va subiendo enteros el lifting: cuesta alrededor de 40 euros y dura entre dos y tres meses.
El efecto del lifting es el siguiente: alarga, riza y eleva. No añade nada a tus pestañas, se limita a aplicarles cuidadosamente una serie de productos sobre unas almohadillas de silicona durante unos 45 minutos (las extensiones pueden tardar dos horas). Al final del proceso, las pestañas se suavizan con un suero hidratante y se aplica un tinte que recupere el color, pues puede haber aclarado un poco. Si el tinte no va incluido en el tratamiento, conviene pedirlo: las pestañas se ven más brillantes e intensas.
Tras el tratamiento, solo tendrás que tener cuidado durante las siguientes ocho horas y no mojarlas ni humedecerlas (si aguantas 24, mejor). El lifting no requiere mantenimiento, cuidados especiales ni productos de maquillaje específicos como sucede con las extensiones. De hecho, puedes aplicarte tus cremas, tu máscara de pestañas habitual o el serum de crecimiento. Además, es menos agresivo (al final, la extensión añade peso extra a nuestra pestaña, que termina cayéndose), el resultado es más natural y dura dos o tres semanas más. Merece la pena, al menos, probarlo, ¿verdad?