Dormir bien es algo que solo aprecian los que saben de verdad lo que es dormir mal. Cualquiera que haya sufrido una noche de insomnio, una semana de duermevela, una etapa de desvelo, sabe que enlazar varias horas de sueño es un placer que nuestro cuerpo y nuestra salud agradecen. Mientras dormimos nuestra procesa emociones, nuestros músculos y nuestra piel se reparan y se catalogan los recuerdos. Y si no podemos hacerlo de forma continuada nuestra salud y nuestra imagen se resiente.
Ahora que comenzamos una nueva etapa, en la que cargamos la agenda de propósitos que cumplir en los próximos doce meses es buen momento para poner en la parte alta de la lista descansar de forma saludable. Porque aunque has conseguido acostumbrarte a las seis horas de sueño muchas veces interrumpido, y has encontrado el antiojeras que oculta la prueba de tu falta de sueño, tu cuerpo, tu mente y tu piel te agradecerían que descansases más y mejor.
En el caso de la piel, las horas de descanso sirven para que se repare adecuadamente de las amenazas diarias. Según los especialistas, la falta de sueño puede ser perjudicial para la cicatrización de las heridas, provocar la inflamación de la piel e incluso brotes de acné.
Cuando la piel no descansa lo suficiente su capacidad a la hora de proteger el cuerpo del entorno externo disminuye, y nuestro cuerpo puede deshidratarse, lo que provoca diversos problemas, entre los que se encuentra la sequedad en la piel. Las ojeras y las bolsas bajo los ojos son de sobra conocidos, pero varios estudios también han señalado que la falta de descanso habitual aumenta los signos de envejecimiento.
Para luchar contra estos problemas que también pueden disminuir la eficacia de nuestras rutinas diarias hay que seguir unas sencillas pautas que te ayudarán a despertar con buena cara y mejor humor. Y no te preocupes porque lejos de suponer grandes sacrificios, te pueden abrir las puertas a momentos y situaciones que desconocías. Por ejemplo, los expertos en la salud del sueño recomiendan dormir entre 7 y 9 horas y despertar con el sol de vez en cuando, para “reiniciar” nuestro sistema, porque la exposición a los rayos del sol aumenta la secreción de melatonina y ayuda al cuerpo a regular el reloj interno.
La dieta es una cuestión fundamental a la hora de acostarnos, y las grasas saturadas y el azúcar están terminantemente prohibidos antes de meterse en la cama. Pero tan importante como lo que comemos antes de dormir es qué hacemos antes de coger nuestra postura y cerrar los ojos. Sin ánimo de ser tecnofóbicos, las redes sociales no son la mejor ayuda a la hora de coger el sueño, ni tampoco la luz azul de nuestros teléfonos.
Obviamente, estos apuntes no sirven de nada si antes de acostarte, por muy cansada que estés, no te preocupas por limpiar e hidratar la piel de tu rostro, con un tratamiento nocturno. Y tu piel siempre agradecerá que, semanalmente la cuides con una mascarilla específica que le de la hidratación y la firmeza que necesita.
20 de enero-18 de febrero
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