belleza
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Empecemos por el principio. Seguro que has oído en la tele mil veces que tal crema o que determinado producto llevan colágeno. Y por cómo lo dicen, parece bueno. Es más, casi parece milagroso. Y en cierta medida lo es. El colágeno es una sustancia con la que venimos de serie, y está un poco en todas partes. Esta proteína forma parte de la piel, el pelo, las uñas, las articulaciones, los huesos... ¿Qué hace? Por simplificar, además de unir los tejidos conectivos (músculos, tendones, cartílagos, etc.), ayuda al andamiaje de la piel, para que esté tensa, y le aporta elasticidad.
El problema es que a medida que vamos cumpliendo años, nuestro cuerpo va perdiendo progresivamente esta proteína. Y el colágeno es fundamental para que luzcamos una piel envidiable, porque es un magnífico antioxidante, que está detrás de la firmeza de la piel y de su hidratación, y que le aporta densidad, por eso cuando envejecemos y nuestras reservas están bajo mínimos tenemos la piel más seca y arrugada.
Además, es el causante de que luzcamos un cutis y un pelo fuertes y saludables. De ahí, también, que pasados los 45 nuestra melena empiece a resentirse y, más adelante, nuestras uñas. Para preservarlo por más tiempo evita conductas perniciosas, que hacen que disminuya, como fumar o tomar demasiado el sol.
Dicho esto, parece claro que resulta indispensable reponer esta sustancia prioritaria para mantener por más tiempo posible la lozanía de nuestra piel. Lo puedes hacer en forma de cremas que la contengan para dar tersura a la piel o también con p reparados que trabajen desde dentro. En estas versiones líquidas el colágeno suele ir hidrolizado para que pueda ser absorbido por nuestro cuerpo y, muchas veces está acompañado de un cóctel de vitaminas y aminoácidos, entre otros ingredientes.
Y no te olvides de la vía más rápida para conseguir colágeno: la dieta. Incorpora en de manera habitual alimentos que ayudan a la producción de colágeno, como el pescado azul, los huevos, la gelatina, los lácteos o los frutos secos.