Con el auge del movimiento 'real food' y los superalimentos, hay ingredientes antes desconocidos que ahora lo son todo. Y es que, lo que hace bien en el interior, también surte efecto en el exterior y estas semillas y vegetales cargaditos de salud son muchos beneficiosos en uso cosmético. Brócoli, cáñamo, remolacha, jengibre, espirulina, açaí o frutos rojos se componen de vitaminas, minerales y antioxidantes que equilibran la piel para que se vea radiante.
La chía se enmarca en ese grupo y cubre lo más básico para el cuidado facial: hidratación y protección. Estas semillas aparecen en sérums, aceites, limpiadores, tónicos o productos de tratamiento capilar e incluso suplementos. Esto se debe a su completa constitución, que beneficia a todas las necesidades que tiene nuestra piel, actuando también como ingrediente antiedad. Te descubrimos cómo funciona, para que sirve y por qué lo debes incorporar a tu skincare diario.
El aceite de semilla de chía (lo verás en etiquetas como Salvia Hispánica) es rico en ácidos grasos esenciales para la piel, que mantienen su densidad, la hidratación y la barrera protectora, también en proteínas que le dan estructura a los tejidos, vitaminas que nutren y tienen poder antioxidantes, minerales y polifenoles.
Entre sus destacados componentes se encuentra el ácido linoleico (omega 6), el ácido cafeico (protege el ADN celular e inhibe la tirosinasa, por lo que ayuda con la hiperpigmentación), el ácido rosmarínico y la quercetina, ambos protectores contra los radicales libres y beneficiosos para combatir manchas.
Apto para todo tipo de piel y muy estable, entre sus propiedades principales están la hidratación, al ser un emoliente natural que conserva la humedad en el rostro por mucho tiempo, así como previene de la pérdida de agua transepidérmica que fomenta la flacidez, el aspecto apagado y la descamación, mejorando la protección resaltando el volumen de la piel y acondicionándola. La protección contra agresores externos por sus altos niveles de antioxidantes que previenen el envejecimiento y lo ralentizan.
También es antiinflamatorio, reduce la irritación, el picor y las zonas excesivamente secas con tendencia a escamarse (ideal para la rosácea o el eczema). Y, del mismo modo, las pieles grasas pueden aprovecharse de sus beneficios, al equilibrar los niveles de sebo mientras garantiza una hidratación saludable y calma los brotes.
Puedes incorporarlo en cualquier paso de tu rutina facial, dependiendo de las necesidades de la piel, aunque funciona especialmente bien después de la limpieza, para hidratar en profundidad y beneficiarse de la protección. Pero, se puede encontrar en tónicos, cremas, sérums, contornos para ojos y labios o en formato aceite puro y, mejor por la mañana.