Seguro que alguna vez te ha pasado eso de probar un producto que le quita años a tu mejor amiga o le da un aspecto de piel descansada y revitalizada, y tú te lo aplicas sin ver esos efectos por ningún lado. Es más, acaban saliéndote granitos o sintiendo la piel tirante y cuarteada. Y es que, en cuestiones de piel, no debes dejar seducirte por este reclamo, sino buscar aquellos cosméticos que mejor se adapten a tus necesidades. El primer paso es identificar tu tipo de piel, algo que, en ocasiones, no es tan sencillo como parece.
«Hay veces que las pieles mixtas se confunden con las que tienen dermatitis o eccema seborreico, un problema ocasionado por la proliferación excesiva de una levadura que está en la flora habitual de la piel. Esta, animada por la excesiva secreción sebácea, de la que se alimenta, acaba irritando la piel sobre la que asienta en las zonas de mayor producción de grasa, hasta presentarse como áreas rojizas y descamadas, que pueden llevarnos a la percepción engañosa de que son zonas secas, cuando en realidad es justo lo contrario. En este caso, los productos grasos pueden ser más gasolina para el fuego», explica el doctor Emilio del Río de la Torre, especialista en Dermatología Estética de Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
«Su característica es que es reactiva y, frecuentemente, intolerante a la mayoría de cosméticos», apunta el doctor Emilio del Río de la Torre. «Por eso, estas pieles delicadas deben evitar los productos que contienen perfumes, los formulados con largas listas de componentes, los que llevan los conservantes y biocidas más alergénicos y aquellos que incorporan alcoholes de cadena corta, porque pueden ser irritantes», añade.
Este tipo de piel se caracteriza por mostrarse deshidratada, sin brillo, rugosa y mate. «En ocasiones, puede ocasionar tirantez e irritación. Esto puede pasar por una pérdida de humectación, una disminución de la secreción de las glándulas sebáceas o por alguna enfermedad cutánea. Las cremas elegidas deben actuar en dos frentes: hidratando el estrato córneo y evitando la pérdida de agua con ingredientes oclusivos», explica la doctora Mar Lázaro.
Aparece en casi todas las personas en algún momento, debido a una producción excesiva de sebo. «Está determinada por la genética, los cambios hormonales y por cómo la cuidemos. Es una piel más gruesa, tiene brillos en las áreas centrales, puntos negros y poros abiertos. Hay que limpiarla con productos suaves en espuma o gel e hidratarla con fluidos libres de grasa y matificantes», recomienda Mar Lázaro.
Tiene la particularidad de ser seca (mejillas, pómulos y ángulos mandibulares) y grasa (en la llamada zona T) al mismo tiempo. «Los cosméticos más apropiados son aquellos que no llevan aceites ni grasas en su composición y tienen un buen balance de la fase acuosa, que se debe basar en emolientes neutros o ligeramente ácidos que reequilibren el pH cutáneo», señala el doctor Emilio del Río.