Modelo con piel lisa y luminosa. /
Los retoques estéticos viven su mejor momento. No solo se han desarrollado en nuevas técnicas con el objetivo de conseguir un rejuvenecimiento facial natural. También se han multiplicado las opciones de producto y la visibilidad en redes sociales.
Y aunque cada vez está más normalizado hablar de medicina estética, aún hay quien se resiste a los inyectables como el bótox o el ácido hialurónico. La buena noticia es que las alternativas no invasivas vienen potentes, renovadas, con una tecnología puntera que merece la pena probar. La evolución va más allá de la clásica aparatología de radiofrecuencia. Algunos como Emface la combinan para combatir las arrugas y la flacidez del rostro sin rellenos.
Emface prácticamente acaba de aterrizar en nuestro país (viene de arrasar en Estados Unidos) y ya se ha convertido en el tratamiento de efecto lifting inmediato que todas las clínicas estéticas están introduciendo en su catálogo.
Como la de la doctora Raquel Moreno Pentinel, especialista en medicina estética y CEO de la Clínica ERES, que nos cuenta todo lo que hay que saber antes de hacerse un Emface: qué es, cómo funciona, cuánto cuesta o a qué edad se recomienda.
«Emface es la última innovación tecnológica para lograr un efecto lifting y mejorar la piel, sin agujas, ni cirugía y en tan solo 20 minutos. Se trata de un dispositivo médico que consta de dos tecnologías en un solo aplicador. La radiofrecuencia sincronizada para mejorar la calidad de piel, aumentando la producción de colágeno y elastina, y los HIFES (estímulos eléctricos de alta intensidad) que actúan sobre la musculatura elevadora de la cara, provocando un efecto lifting inmediato», cuenta la experta.
La flacidez y el descolgamiento facial es el mayor reto. Hasta ahora no se podía tratar sin cirugía o infiltrables. «La flacidez facial es un proceso complicado en el que intervienen otras estructuras. La cara es una estructura multicapa formada por los huesos del cráneo y la mandíbula, la musculatura, los compartimentos de grasa y la piel, cada una de esas capas sufre su propio proceso de envejecimiento y a su vez afecta a la capa que está por encima de ella, que pierde soporte y se desliza hacia abajo y adelante, apareciendo la temida flacidez», cuenta la dra. Raquel Moreno.
La parte más interesante es precisamente la de los estudios clínicos que han derivado a unos resultados mayores que los del resto de tratamientos. «Ha demostrado un 37% de mejoría en la reducción de arrugas, un 23% de efecto lifting y un 30% de mejoría en el aumento del tono muscular», concluye la doctora.
La clasificación por edades es cosa del pasado. Ya no es que una piel de 30 no lo necesite. Es que puede marcar la diferencia en el aspecto de la piel del futuro. «Emface está indicado para tratar y prevenir la flacidez del rostro y mejorar la calidad de piel, por lo que puede utilizarse en un amplio rango de edad. Antes de los 40 podemos usarlo como prevención del envejecimiento, y después de los 40 se puede utilizar solo, o en combinación con otros tratamientos», aclara la dra. Moreno.
Ya desde la primera sesión se nota una mejora en la textura de la piel y la luminosidad, ya que desde el principio. «El incremento del tono muscular es apreciable de inmediato, y el aumento de fibras musculares, colágeno y elastina se aprecia a partir del mes de haber finalizado las sesiones, momento en el que se observa el efecto máximo, y se mantiene en el tiempo».
Eso sí, para ver los resultados se recomiendan entre 4 y 6 sesiones al año dependiendo del grado de flacidez. ¿Y duelen? «Las sesiones son indoloras, no tiene tiempo de tiempo de recuperación, es decir nodeja hematomas, ni rojeces, sino un efecto lifting y buena cara inmediato», asegura Raquel Moreno. El precio del bono de 4 sesiones es de 1350 euros.
Sí, se puede. Y además combinarlos tiene un efecto rejuvenecedor multiplicado. «Los estudios clínicos demuestran que Emface es absolutamente compatible y complementario con la toxina botulínica. La sinergia de ambos tratamientos optimiza los resultados antiedad en el tercio superior de rostro y la mirada», concluye la doctora.