Piel sensible bajo control: cómo tratarla y qué cremas utilizar

La piel , aunque a veces no lo parezca, es tan delicada como un jarrón chino. Cuando se resquebraja no es fácil volver a recomponerla, según explican los expertos. De hecho, las afecciones cutáneas son cada vez más generalizadas en la sociedad actual –fruto de nuestra forma de vida acelerada, de la contaminación, de los malos hábitos, etc.–, como ha alertado la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV). Y es que este es un complejo entramado por el que el cerebro y la piel se comunican mediante más de 800.000 receptores sensoriales, que ayudan a activar procesos como la regeneración celular o la función inmune. Pero cuando sufre interferencias, responde a esos estímulos con reacciones como tirantez, hormigueo, quemazón, eccema... Se convierte así en una piel que pierde tolerancia y se fragiliza.

Para mantener la piel sensible en buenas condiciones, se deben seguir a rajatabla unas pautas. Hay que tener en cuenta que sufren especialmente con las temperaturas extremas, por eso en la temporada de frío hay que intensificar los cuidados, preservarla y exponerla lo menos posible a cambios bruscos. A la hora de desmaquillarse, es prescriptivo evitar el agua caliente y los productos que contengan detergentes que resequen la piel, además de secarse sin restregar, a toquecitos. Las exfoliaciones y el láser no le hacen ningún bien a las pieles sensibles y tampoco los cosméticos que contienen retinoides, vitamina C o ácidos, que son altamente irritantes en los cutis debilitados. Serán grandes aliadas las cremas con ceramidas, pantenol y aloe vera.

Aunque es una gran desconocida, alrededor de un millón y medio de personas adultas sufren esta patología en España, según la AEDV. Es una enfermedad inmunitaria e inflamatoria crónica, que frecuentemente va asociada al asma, la rinoconjuntivitis y otras alergias. Provoca picor, sequedad de la piel y la aparición de heridas por el rascado, que empeoran la calidad de vida de quien la sufre. Para controlar la afección, hay que aplicarse fórmulas muy emolientes y, en casos más graves, cremas con corticoides.

Para poder tratar un problema correctamente, lo primero es partir de un diagnóstico adecuado. Por eso es importante saber que no es lo mismo una piel sensible que sensibilizada. Los expertos nos sacan de dudas sobre esta cuestión tan específica: «La primera es aquella que, debido a alguna patología, como puede ser dermatitis, rosácea, etc., o por una cuestión de predisposición, p resenta enrojecimiento, picor o descamación. La piel sensibilizada, en cambio, es la que reacciona a algún desencadenante, como cambios de temperatura, procesos de estrés, intolerancia alimentaria, uso de ciertos detergentes... Las consecuencias más visibles son irritación, escozor o rojeces, comunes a las dos patologías, pues en ambas se está produciendo una alteración de la barrera cutánea que protege la piel», apuntan Fátima Rivas y Alejandro Gómez-Ulla, de Farmacia Gómez-Ulla.