Pocas cosas son tan personales como los perfumes y, sin embargo, son uno de los regalos más recurrentes. Tal vez porque estamos influidos por unos patrones culturales y unos gustos compartidos. «No cabe duda de que existen tendencias en las fragancias , al igual que las hay en la moda. Hace unos años, por ejemplo, arrasaron los acordes marinos . Y es que, en la perfumería comercial, cuando un aroma tiene éxito, se lanzan fragancias con un estilo o con unas notas parecidas», asegura el perfumista Lorenzo Villoresi.
Maddalen Marzol, experta en perfumes y copropietaria del espacio de fragancias nicho Hunky Dory Laboratory, en San Sebastián, confirma este fenómeno: «Los perfumes –especialmente los femeninos– que incorporan vainilla en su composición son los grandes bestsellers ahora mismo entre los jóvenes de hasta los 30 años». Pero en este segmento de edad no solo triunfa el gusto por un aroma más o menos dulzón, también hay otros parámetros que condicionan la elección de un perfume u otro. «Es un target mucho más sugestionable, en el que la publicidad impacta más. De hecho, los anuncios suelen utilizar, además del reclamo del diseño, la seducción como el argumento para captar su interés.
Porque en esta edad uno se perfuma para gustar a los demás, mientras que a medida que vas cumpliendo años, sabes más lo que quieres y tienes un criterio más formado, lo que te lleva a elegir las fragancias de una manera más reflexiva o motivada por tu herencia olfativa», puntualiza Marzol. Otro de los factores que influyen en la toma de decisión de los compradores jóvenes es la imagen que proyecta la marca en cuestión y cómo de identificados se sienten con ella. «El éxito de nuestras fragancias está muy ligado al prestigio de la firma. Cuando eres usuario de la ropa, te ves atraído también por otros productos de manera inconsciente», señalan desde el departamento de Comunicación de Guess en España. Eso explica el éxito entre los compradores jóvenes de fragancias como Idôle, de Lancôme, cuya imagen es Zendaya, todo un fenómeno fan.
Pero no todo es una cuestión de impulso. Las nuevas generaciones están preocupadas por la sostenibilidad y la diversidad, y estos son valores que también influyen. El precio, sin embargo, no parece ser un factor decisivo. «Estos consumidores buscan expresar una identidad o sus valores y personalidad a través de los productos que adquieren. La demanda de perfumes ha crecido exponencialmente gracias a los nacidos tras los años 90, precisamente porque las fragancias son una vía de expresión muy potente. Por ello, cobran protagonismo tendencias como los productos de género neutro.
De hecho, según un informe de NPD Group de 2019, el 40% de la generación Z está interesada en cosméticos de este tipo», explica Nancy Villanueva, CEO de Interbrand para Iberia y Oriente Medio. Esta consultora señala que las mujeres adultas, en general, desarrollan relaciones de mayor lealtad con sus fragancias y marcas favoritas. En cuanto a las preferencias de los aromas en las mujeres maduras, según Alicia Fernández, propietaria de Nadia Perfumería, ahora mismo hay dos tendencias: «Para el día se prefieren aromas frescos y suaves que duren toda la jornada, con lo cual tienen que ser de alta concentración. Y para tarde-noche, aromas orientales». En este segmento de edad, los gustos suelen ser más estables, menos cambiantes que en la franja joven, donde Fernández pronostica que las próximas tendencias tendrán al iris y al sándalo como protagonistas.
¿Y qué pasa con las zonas geográficas? ¿Se puede hablar de gustos más o menos homogéneos? Si nos movemos en el mapa nacional, «en el norte de España triunfan las notas discretas, con aroma a limpio, mientras que en el sur se puede advertir un predominio de las flores, especialmente el nardo y el jazmín, que son muy olorosas y dan lugar a perfumes más opulentos.
Posiblemente, tiene que ver con el carácter, en unas zonas se pretende pasar más desapercibido, mientras que en otras el carácter es más expansivo, más llamativo», apunta Marzol. En el ámbito internacional también ha diferencias. «En las zonas de Europa más cálidas, los aromas cítricos son los más buscados, mientras que en los países nórdicos se prefieren los más golosos y gourmand. Y en los árabes se decantan por las maderas y los oud», señala Fernández.