Estamos viviendo una situación inédita que, probablemente, ha cogido a Casa Real y a los reyes Felipe y Letizia por sorpresa. Nos referimos a la proliferación de rumores, teorías de la conspiración e invenciones al respecto de la familia real (del clásico enfrentamiento entre Paloma Rocasolano y la reina Sofía, al paradero desconocido del rey emérito), todo tipo de aseveraciones sin autoría confirmada que no solo campan por las redes sociales, sino que llegan a programas de máxima audiencia en televisión. La última ocurrencia viral viene de una vecina de Sanxenxo (Galicia), capaz de asegurar que el rey emérito Juan Carlos se encuentra en su localidad, escondido. Esta historia disparatada tiene marcas de verosimilitud, como las numerosas visitas anteriores del rey emérito a este pueblo o su amistad con el empresario gallego Pedro Campos, quien vive también allí.

La presencia de controles aleatorios de la policía, los fallos frecuentes en la conexión a Internet o las recientes reformas en la casa de Campos son las pruebas que esta señora presenta como evidencias de su verdad. Y aunque su relato puede llegar a ser cómico, en realidad convierte a Juan Carlos I en el protagonista de una versión royal de Dónde está Wally. ¿Se multiplicarán los avistamientos del rey exiliado por distintos puntos del territorio español?

Estamos escuchando más historias para no dormir relacionadas con la familia del rey, por ejemplo la teoría que sostenía que al menos Pablo Urdangarín y quizá algún otro nieto del rey podría haber sido añadido de manera digital a la famosa foto de Semana Santa en Abu Dabi. Además, se ha publicado que la difusión de tal foto se debe a una venganza de los amigos íntimos del rey Juan Carlos, hartos de que se ningunee su figura siguiendo las instrucciones de Casa Real.

En televisión se ha llegado a sostener que mucho de lo que se publica sobre el rey emérito Juan Carlos es mentira, que este sigue hablando por teléfono con cierta asiduidad con la reina emérita Sofía y que Felipe VI también habla por teléfono con su padre, de forma que la imagen institucional que dicta Casa Real, muy centrada en mostrar un cordón de seguridad que separe a Felipe, Letizia, Leonor y Sofía del resto de la familia, queda reducida a un teatrillo que nada tiene que ver con las relaciones que en realidad mantienen los distintos miembros de la familia del rey.

La intimidad máxima de Felipe y Letizia

Sin duda, debe resultar complicado compatibilizar una sociedad que demanda transparencia, y que sostiene precisamente las redes sociales para que esta se efectúe, con la estrategia de comunicación y la política de privacidad de una institución tan reservada como la monarquía. Sin embargo, la obsesión de los reyes Felipe y Letizia por la privacidad podría añadir más leña al fuego que pretenden apagar (el comportamiento cuestionable de otros miembros de la familia), precisamente por confundir privacidad con ausencia de comunicación.

¿Por qué se mantuvo en secreto la visita del rey Felipe a la reina emérita Sofía en Palma de Mallorca? ¿Por qué no se da normalidad a las visitas de Letizia y Felipe a sus respectivas familias? La sensación de que la ciudadanía no sabe nada sobre sus reyes aumenta cada vez que, inevitablemente, se filtran estos movimientos que no tienen reflejo en la comunicación de Casa Real. La vida de Letizia y Felipe se ha convertido en un secreto que puede incomodar a la ciudadanía casi tanto como el famosos rifirrafe entre reinas.

Nadie pide que se relate exactamente la realidad de una familia que, como casi todas, tiene muchísimos problemas, pero sí que Casa Real se aproxime a la exigencia de transparencia de la ciudadanía de una manera más efectiva y acorde con los tiempos. Está claro que los rumores y las teorías de la conspiración abrevan en los agujeros de contenido, precisamente porque no tenemos contenido suficiente sobre lo que sucede en la familia real. ¿Por qué no vemos más actividad de comunicación alrededor de los monarcas y por qué no dan su brazo a torcer en su política de rechazo a las redes sociales? Esta miopía no solo les aleja de la ciudadanía y de la sociedad de su tiempo. Termina fomentando que se viralicen teorías de la conspiración sencillamente porque existe una demanda de contenido. Ya es hora de que se utilice esta demanda a favor de Casa Real y no en contra.

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