Hace unas semanas, se habló de que el príncipe Harry tuvo durante un tiempo una cuenta de Facebook , escondiéndose bajo el pseudónimo de Spike Wells. Era impensable que el hijo del heredero al trono británico tuviera un perfil público, con su nombre, su foto y donde compartiera detalles de su rutina o reflexiones sobre los temas más variados.
Han pasado ocho años desde que Harry, considerado uno de los 'royal' más rebeldes jamás conocidos (no hay nada más que echar la vista atrás para recordar aquel disfraz de Hitler o las fotos, como vino al mundo, junto a unas chicas en un antro de Las Vegas, o las polémicas que puedes refrescar pinchando aquí ), cerrara aquel perfil. Los tiempos han cambiado mucho. Incluso, para la realeza. La nueva generación de 'sangre azul' del viejo continente parece estar dispuesta a romper con la rigidez de las tradiciones y convertirse en una versión 2.0, para lo que contarán con las nuevas teconologías como aliadas de lujo.
No nos referimos a las cuentas oficiales de las que todas las casas reales disponen para ofrecer los detalles de las actividades institucionales, sino de perfiles personales. Privados. Manejados por ellos mismos y no por un séquito de 'community managers' que midan cada una de las palabras o fotos que se cuelguen en el ciberuniverso. ¿Queremos un ejemplo claro? La princesa Eugenia de York.
Y si bien es cierto que no hace grandes excesos y utiliza la red social de una manera sensata, no menos lo es que aprovecha esta plataforma para dejar constancia que, detrás de quienes han nacido marcados por el sino de una familia real, tienen sus sentimientos y su vida más allá de la lentejuela de los medios. Muestra de ello es la felicitación al príncipe Andrés por el Día del Padre, hace unos días.
Quizás uno de los precursores, de los que se encargaron de abrir este camino, es Marius Borg, hijo de Mette-Marit (aunque fuera de la línea de sucesión al trono al ser su padre un plebeyo). Se define en Instagram como "pirata", y aunque trató de alejarse de los titulares marchándose a Londres a buscarse la vida, su peso en la red social, donde tiene casi 50.000 'followers', sigue teniendo colgada la etiqueta de 'príncipe influencer'.
Nada tiene que envidiarle alguien que comparte con él una situación similar: Pauline Ducruet. La hija que Estefanía de Mónaco tuvo durante ese idilio con Daniel Ducruet, el que fuera su guardaespaldas y marido durante dos años, posa para sus 73.000 'followers' como la mejor de las 'instagramers'. Hay que recordar que ella, como tantas otras que pasaremos a detallar ahora, además se ha zambullido en el mundo de la moda con sus propios diseños.
No podemos dejar, dentro de este campo de los hijos de la realeza que se han lanzado al mundo de Instagram a nuestra Victoria Federica. La hija de la Infanta Elena no se esconde. Bueno, un poco sí, porque su cuenta @vicmabor, es privada. Una cosa es intentar amoldarse a los nuevos tiempos, y otra muy diferente exponerse de manera innecesaria.
Máxime cuando ya han circulado fotos suyas disfrutando como es menester en una joven de su edad etiquetada por amigos (o por sus parejas, como vemos en la imagen de abajo de cuando tenía una relación más estrecha con el torero Gonzalo Caballero). Y cuando los medios de comunicación ya se han fijado en ella, en su estilo, es su madera de 'it girl', a pesar del perfil discreto que siempre ha cultivado.
Sí, más allá de las redes sociales, la realeza también se ha dado a la aguja y el hilo. Pauline, que ha desfilado en la Fashion Week de París y a la que nombrábamos antes, solo es una más de las 'royal' ligadas al mundo de la moda (más allá del papel como 'it girl' de Lady Amelia Windsor), tenemos a Nicolás de Dinarmarca, que ya ha sido bautizado como El príncipe de la moda.
El hijo mayor del príncipe de Dinamarca, sin dejar de lado sus obligaciones con el estudio (está matriculado en la Escuela de Negocios de Copenhague), ya se ha subido a la pasarela de la mano de casas como Dior. Un primer paso para una carrera en la que pretende demostrar descaro en los desfiles más prestigosos del mundo.
Precisamente de Dior aparecía vestida Alexandra de Hannover, la pequeña de las hijas de Carolina de Mónaco, en su primera entrevista. La concedió a la revista 'Telva', donde explicaba que el patinaje artístico y la moda (sí, parece que lo tienen claro: la nueva generación tiene un camino marcado), son dos de sus pasiones. Y que si hay un sueño con el que cuente para el futuro, es el de ser 'personal shopper'. ¿Lo conseguirá?
Bueno, parece que quienes no se ha desmarcado demasiado del protocolo son los herederos. ¿Podemos imaginarnos a la Princesa Leonor abriéndose sus redes sociales de aquí a un par de años? Difícilmente, más si tenemos en cuenta la educación que sus padres están proporcionándole, adecuada a quien está llamada a ser Reina de España en el futuro. De hecho, las informaciones que aparecían en la prensa argentina hace un par de semana y saltaban el charco, y en las que se hablaba de que pudiera haber encontrado el amor, se quedaban en rumores lejanos.
Esta rectitud es la misma que se desprendía en las palabras de Isabel de Brabante, primogénita de Felipe y Matilde de Bélgica y heredera al trono, nada más cumplir la mayoría de edad: "Paso la barrera de los 18 años con optimismo. Todavía tengo mucho que aprender, quiero aplicarme en los próximos años. Quiero intentar comprender mejor el mundo. El país podrá contar conmigo". Un discurso correcto. Acorde al papel que le toca jugar en la familia real.
Y a Catalina Amalia de los Países Bajos, la primera en la línea de sucesión al trono, ya se encarga sus padres, Guillermo y Máxima, de mantenerle alejada de los peligros de la red. Sobre todo después de que la joven, que hoy tiene 16 años, se convirtiera en 'trending topic' por las burlas a su físico. Una medida de protección que parece no tuvieron con otra de sus hijas, Alexia, que se vio envuelta en una polémica de corte racista al usar en un vídeo de TikTok la expresión 'nigger.
20 de enero-18 de febrero
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