Infidelidades, tragedias, flechazos... Los romances toreros más apasionantes y escandalosos: de Enrique Ponce y Ana Soria a Paquirri y Carmina
En pleno siglo XXI nos siguen fascinando los toreros, acaso el personaje más extemporáneo que puebla nuestro panorama social. Eso sí: nos interesan mucho más en la crónica rosa que en las plazas, pues sus flechazos, infidelidades y romances alcanzan más viralidad que sus faenas en la plaza. Estas diez historias de amor y desamor torero han hecho correr ríos de tinta en la historia pop. Son de vuelta al ruedo.
Aunque el dicho popular reza “torero enamorado, torero acabado”, lo cierto es que la historia sentimental del toreo no puede ser más apasionada. Desde que la lidia es lidia, los romances prohibidos de los diestros han alimentado la leyenda del torero-don Juan que aún perdura hoy en el imaginario popular. El mito del torero español, ese que
Madonna
rebuscó sin suerte, reúne el apasionamiento clásico del hombre latino con la mística del héroe sin miedo a la muerte. Más adrenalina, imposible. Normal que la vida sosegada y entregada a los entrenamientos que pide la profesión les parezca, a muchos, poca cosa. Atenta a las diez historias de amor e
infidelidad
que más han cautivado al tendido rosa: estas
parejas
fascinan tanto (probablemente mucho más) que el romance entre Enrique Ponce y Ana Soria.
Enrique Ponce y Ana Soria
Enrique Ponce y Ana Soria han provocado el último terremoto en el mundo torero con una fórmula clásica: él rompe un matrimonio con más de dos décadas para vivir un amor juvenil con una estudiante de derecho de 21 años. Las muestras de amor del diestro no dejan lugar a dudas: forma un corazón con las manos en un 'storie' de Instagram dedicado a ella, dibuja su inicial, en el albero con el pie o en el aire con el estoque, en la plaza o le dedica canciones que dice "No puedo estar sin ti" o "A mí me gustaría que vivamos para siempre y que seamos jóvenes eternamente". A tope de romanticismo.
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Cayetano Rivera y Eva González
No ha debido ser fácil llevar adelante una historia de amor como la suya: ella ya era una triunfadora como presentadora de televisión cuando comenzaron a salir (2009) y él llevaba las cámaras de televisión de serie como heredero de la saga Rivera-Ordoñez. Sin embargo, algo no debía terminar de encajar, porque estuvieron nueve meses separados entre 2013 y 2014 antes de dar el paso de casarse (2015) y tener a su primer hijo (2018). Hoy sabemos algo más sobre ese encaje dificultoso y hasta podemos ponerle nombre: Karelys Rodríguez, la abogada que sostiene que el torero ha mantenido una relación intermitente con ella durante los últimos seis años. Hubiera sido el culebrón del verano de no ser por Ponce y Soria y el muro de hielo que Eva González ha sabido levantar entre ella y la prensa. La tormenta va por dentro. Solo sabemos que el torero ha dicho adiós a la temporada "porque no se encuentra psicológicamente preparado para jugarse la vida”.
GTRES
Francisco Rivera y Eugenia Martínez de Irujo
Protagonizaron un romance en dos actos: salieron durante dos años (1992-1994), lo dejaron, y volvieron en 1997 para casarse en 1998. Llamaron a su enlance "la boda de las mantillas", testimonio de la unión de dos dinastías, aristócrata y torera, cien por cien españolas. De hecho, se retransmitió en Televisión Española como si fuera una boda real. La idea era tan fascinante que el matrimonio aguantó cuanto pudo las incesantes infidelidades del torero (incluso desde antes de su boda): se divorciaron en 2002. Años después de la boda, Fran Rivera reconoció que su madre, Carmina Ordóñez, había intentado convencerle de que no se casara la víspera de la ceremonia: "Me dijo: Fran, tengo que hablar contigo, todos fuera, mis amigos se salieron pensando que era el último consejo de madre. Y me dijo: creo que debes coger a estos amigos que te quieren de verdad y cógete un coche o un avión, vete y no te cases mañana, Eugenia no es el amor de tu vida, y esto no va a durar. Y yo le dije: ¿qué estás diciendo, cómo vamos a suspender todo esto…? Y ella me dijo: no pasa nada, yo me quedo aquí a dar la cara y en un mes se ha olvidado esto. Con dos cojones". Tras el divorcio, el torero salió con una amiga de Eugenia (Carla Goyanes) y luego con su prima hermana (Blanca Martínez de Irujo). Genio y figura.
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Javier Conde y Marta Sánchez
Cuenta la leyenda que la canción "Soy yo" (2001) de Marta Sánchez está dedicada al torero Javier Conde, quien ese mismo año se casaba con Estrella Morente. Le decía: "Soy yo, la que sigue aquí. Soy yo, te lo digo a ti. Mírame y dime qué es lo que ves. Esa mujer que perdiste una vez". Parece que la rubia cantante estuvo enamoradísima del diestro y, de hecho, a mediados de los 90 parecían destinados a renovar el estereotipo del torero y la tonadillera para el universo pop. El romance no duró demasiado (dos años: 1996 y 1997), según ella porque él era muy celoso y según otras versiones porque apareció la veinteañera Morente, con la que aun sigue casado. Lo que sí tenían era mucha química: la crónica rosa informó puntualmente de que se les veía constantemente acaramelados por las calles de Madrid.
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Rafi Camino y Samantha Fox
Tomaron la alternativa prácticamente a la vez. En 1986, Samantha Fox se coló en el número uno de todas las listas con "Touch me", poco antes de que Rafi Camino tomara la alternativa en Francia. Ella pasó de modelo erótica, chica de calendario para entendernos, a la mujer del año, con unos ingresos que triplicaban los de Margaret Thatcher a los 20 años. Él se convirtió en el torero guapo del momento. Se conocieron en 1990 en un concierto de ella en la Costa del Sol, donde ella acabaría por comprarse una casa (Marbella). Parece que fue ella la que le regaló una rosa durante la actuación y él, atentísimo, se la agradeció más tarde en el camerino. Camino siempre mantuvo que solo fueron amigos, pero ella contó al periódico británico 'News of the World" que su relación con el torero parecía un cuento de hadas comparable con la historia de amor entre Carlos de Inglaterra y la entonces princesa Diana. No escatimó en detalles: relató el primer beso, su intención de mantenerse fiel y sus conversaciones telefónicas antes de dormir, en las que Rafi le pedía que soñase con él. Estuvieron juntos seis meses. Y eso que él no hablaba nada de inglés y ella, apenas decía diez palabras en español. Tampoco le gustaban los toros. Hace una década contó en televisión que cuando fue a verle torear, "me puse enferma y vomité en un paquete de cigarrillos”.
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El Litri y Lalla Hasna
Este es el romance más imposible de los años 90 y, desafortunadamente, del que menos sabemos. Una versión asegura que se conocieron en una finca privada de Sevilla, pero otra sostiene que se encontraron por primera vez en la Expo del 92, durante un acto en el Pabellón de Marruecos. Dos años después, a princesa Lalla Hasna contrajo matrimonio con el cardiólogo Khalil Benharbit, con el que ha tenido dos hijos. Durante su romance, el Litri era un invitado frecuente en el palacio real de Marruecos e incluso asistió a los cumpleaños de las princesas y del rey Mohamed VI. La princesa Lalla Hasna, por su parte, aterrizaba con su avión privado en los aeropuertos españoles y se hospedaba en el Parador de Oropesa o en las casas de sus amigos españoles para estar cerca de Miguel Báez. En 1994, el ya fallecido rey Hassan instó a su hija a cumplir las reglas del Corán y casarse con un igual. Ninguna familia real del mundo ha celebrado hasta ahora el matrimonio entre una princesa y un torero, aunque la Casa de Alba cuenta casi tanto como una 'royal family'.
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Paquirri e Isabel Pantoja
La muerte de Paquirri en la plaza de Pozoblanco en 1994 y el duelo de la viuda forma ya parte de la historia pop de este país. Cuando se casaron (1993), ella era la tonadillera virgen más famosa del país y él, el torero más guapo, pero divorciado y padre de dos hijos. Antes de que el mundo entero elucubrara sobre la pérdida de la virginidad de Britney Spears, todo un país (este) lo hizo con la de Pantoja. De hecho, la revista "Hola" zanjó la cuestión en su reportaje post-ceremonia: "Su noche de bodas fue tan feliz, que incluso perdieron el avión en el que iniciarían su viaje de luna de miel, viéndose obligados a aplazar la salida para el día siguiente". De hecho, los cronistas que recuerdan la época aún recuerdan hoy que ella habría colgado la bata de cola con gusto y se hubiese encerrado en casa a tener hijos.
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Paquirri y Carmina Ordóñez
Ella era la mujer más guapa de España (según la revista 'Time'), hija del torero Antonio Ordóñez y sobrina de Luis Miguel Dominguín. Él, un torero del pueblo, aunque ya reverenciado por sus éxitos. Cuando comenzaron a salir ella solo tenía 17 años y el, 25. Se casaron en 1973 ante 2.000 invitados y se divorciaron en 1979: él buscaba una mujer de su casa, tradicional no solo políticamente, sino sobre todo en su estilo de vida y expectativas. Carmen, sin embargo, quería salir de la cárcel de oro propiedad de su padre y disfrutar de la libertad que prometía un matrimonio moderno: ir de fiesta, salir y entrar cuando quisiera. Carmen no se amoldaba a vivir en el campo, así que empezó a llenar la casa de amigos para celebrar fiestas que duraban hasta altas horas de la noche. Paquirri no lo soportaba. Cuentan que el día que firmaron la separación el torero se presentó con un regalo: un collar de esmeraldas y brillantes, valorado en una fortuna. Quería reconquistar a Carmen, pero ella no dio un paso atrás. En 1982 firmaron el divorcio. Y comenzó la fiesta, de verdad.
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Curro Romero y Concha Márquez Piquer
Ella era hija de una grande, doña Concha Piquer, y del no menos famoso torero don Antonio Márquez, ahijada de Eva Duarte de Perón, estudiante de ballet y arte dramático y educada en internados británicos y suizos. Él, el torero más famoso de su época, para muchos un genio. Se besaron cuando ella tenía 15 y se casaron cuando cumplió los 17. En un reciente libro de memorias, Concha Márquez Piquer recuerda que su matrimonio terminó tras 17 años debido a la afición del diestro por la juerga. "Las juergas flamencas de Curro duraban dos y tres días (...) Y cuando no, partidas de póquer interminables. Lo del póquer era, más o menos, soportable porque al fin y al cabo le tenía en casa, pero ¿y cuándo tenía que ir a buscarle a algún tablao preocupada porque se había prolongado más de lo normal?". Y por las infidelidades. "Ponérmelos, sí que me los puso, pero muchos años después de casarnos", escribe. El divorcio fue sonado. "Un día, después de muchas situaciones desagradables, sospechas de infidelidades y demás, hablamos de ello en el comedor de la Castellana (...) A pesar de aquello, Curro siguió viviendo en otra habitación más de un año, resistiéndose y negándose a irse (...) Ante su actitud me fui a ver a Luis Zarraluqui e inicié los trámites del divorcio. Debo añadir que por parte de Curro no hubo ninguna magnanimidad, ya que incluso llegó a poner precio a las joyas que me había regalado, así como a un dibujo que Picasso nos regaló a los dos".
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Manolete y Lupe Sino
El torero triste, probablemente el más grande de la historia del toreo, había decidido retirarse de las plazas en 1947 para disfrutar de una nueva vida junto a la actriz Lupe Sino, a la que había conocido en 1943 en Chicote, el bar más popular de Madrid. Su entorno la odió desde el minuto uno: dijeron que era una mujer de vida alegre, que solo iba detrás del dinero y la fama y que había estado casada por lo civil con un republicano. La apodaron 'la serpiente'. Sin embargo, quien la conocía mantenía que era alegre, guapísima y fuerte, capaz de luchar con uñas y dientes por su relación con el diestro. Su apasionada relación prematrimonial fue demasiado para todos, especialmente para la madre de Manolete, Angustias Sánchez, viuda de dos toreros, quien advirtió a su hijo que no acudiría a su boda, programada para el 18 de octubre de 1947. Desafortunadamente, el 28 de agosto de 1947 en Linares, una cogida terminó con Manolete en el hospital. No murió de la cornada, sino de una transfusión con plasma en mal estado. Cuando Lupe pudo llegar al hospital, le negaron la entrada a la habitación.