Infidelidades, tragedias, flechazos... Los romances toreros más apasionantes y escandalosos: de Enrique Ponce y Ana Soria a Paquirri y Carmina

En pleno siglo XXI nos siguen fascinando los toreros, acaso el personaje más extemporáneo que puebla nuestro panorama social. Eso sí: nos interesan mucho más en la crónica rosa que en las plazas, pues sus flechazos, infidelidades y romances alcanzan más viralidad que sus faenas en la plaza. Estas diez historias de amor y desamor torero han hecho correr ríos de tinta en la historia pop. Son de vuelta al ruedo.

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Paquirri y Carmina Ordóñez

Ella era la mujer más guapa de España (según la revista 'Time'), hija del torero Antonio Ordóñez y sobrina de Luis Miguel Dominguín. Él, un torero del pueblo, aunque ya reverenciado por sus éxitos. Cuando comenzaron a salir ella solo tenía 17 años y el, 25. Se casaron en 1973 ante 2.000 invitados y se divorciaron en 1979: él buscaba una mujer de su casa, tradicional no solo políticamente, sino sobre todo en su estilo de vida y expectativas. Carmen, sin embargo, quería salir de la cárcel de oro propiedad de su padre y disfrutar de la libertad que prometía un matrimonio moderno: ir de fiesta, salir y entrar cuando quisiera. Carmen no se amoldaba a vivir en el campo, así que empezó a llenar la casa de amigos para celebrar fiestas que duraban hasta altas horas de la noche. Paquirri no lo soportaba. Cuentan que el día que firmaron la separación el torero se presentó con un regalo: un collar de esmeraldas y brillantes, valorado en una fortuna. Quería reconquistar a Carmen, pero ella no dio un paso atrás. En 1982 firmaron el divorcio. Y comenzó la fiesta, de verdad.

Curro Romero y Concha Márquez Piquer

Ella era hija de una grande, doña Concha Piquer, y del no menos famoso torero don Antonio Márquez, ahijada de Eva Duarte de Perón, estudiante de ballet y arte dramático y educada en internados británicos y suizos. Él, el torero más famoso de su época, para muchos un genio. Se besaron cuando ella tenía 15 y se casaron cuando cumplió los 17. En un reciente libro de memorias, Concha Márquez Piquer recuerda que su matrimonio terminó tras 17 años debido a la afición del diestro por la juerga. "Las juergas flamencas de Curro duraban dos y tres días (...) Y cuando no, partidas de póquer interminables. Lo del póquer era, más o menos, soportable porque al fin y al cabo le tenía en casa, pero ¿y cuándo tenía que ir a buscarle a algún tablao preocupada porque se había prolongado más de lo normal?". Y por las infidelidades. "Ponérmelos, sí que me los puso, pero muchos años después de casarnos", escribe. El divorcio fue sonado. "Un día, después de muchas situaciones desagradables, sospechas de infidelidades y demás, hablamos de ello en el comedor de la Castellana (...) A pesar de aquello, Curro siguió viviendo en otra habitación más de un año, resistiéndose y negándose a irse (...) Ante su actitud me fui a ver a Luis Zarraluqui e inicié los trámites del divorcio. Debo añadir que por parte de Curro no hubo ninguna magnanimidad, ya que incluso llegó a poner precio a las joyas que me había regalado, así como a un dibujo que Picasso nos regaló a los dos".

Manolete y Lupe Sino

El torero triste, probablemente el más grande de la historia del toreo, había decidido retirarse de las plazas en 1947 para disfrutar de una nueva vida junto a la actriz Lupe Sino, a la que había conocido en 1943 en Chicote, el bar más popular de Madrid. Su entorno la odió desde el minuto uno: dijeron que era una mujer de vida alegre, que solo iba detrás del dinero y la fama y que había estado casada por lo civil con un republicano. La apodaron 'la serpiente'. Sin embargo, quien la conocía mantenía que era alegre, guapísima y fuerte, capaz de luchar con uñas y dientes por su relación con el diestro. Su apasionada relación prematrimonial fue demasiado para todos, especialmente para la madre de Manolete, Angustias Sánchez, viuda de dos toreros, quien advirtió a su hijo que no acudiría a su boda, programada para el 18 de octubre de 1947. Desafortunadamente, el 28 de agosto de 1947 en Linares, una cogida terminó con Manolete en el hospital. No murió de la cornada, sino de una transfusión con plasma en mal estado. Cuando Lupe pudo llegar al hospital, le negaron la entrada a la habitación.

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