Cacería, toros, escapadas nocturnas... el rey emérito Don Juan Carlos, Fernando Falcó y su estrecha amistad desde la infancia

Hay amistades inesperadas. O al menos, algo desconocidas, pero es lo que tiene la aristocracia, los círculos cada vez son más pequeños y el hilo rojo que todo lo une, bastante corto. Ayer nos pasó con Álvaro Falcó, hijo del marqués de Cubas: el primo Falcó más desconocido (con novia casi influencer, Isabelle Junot) es íntimo amigo de Carlos Torretta y Marta Ortega. Es más, el joven de 36 años oficializó su relación con la hija de Philippe Junot en su boda. A través de estos selectos lazos se mueve el mundo, de eso no hay duda; sobre todo en las altas esferas, donde hay relaciones que son tesoros. Y Fernando Falcó a lo largo de sus 81 años ha mantenido la suya con el rey emérito Don Juan Carlos muy cuidada, desde que sus caminos se encontraran en su infancia.

No han sido uno meses fáciles para ambas familias: el rey perdió a su hermana Doña Pilar a principios de año. Este verano tuvo que abandonar España y poner rumbo a Abu Dabi por la presión mediática y ahora, ha recibido la notica de la muerte de Fernando Falcó, el marqués de Cubas en la distancia, solo un mes y medio después de que el marido de Xandra Falcó, Jaime Carvajal falleciera de forma repentina y es que, en los últimos meses, la familia Falcó ha tenido que enfrentar tres muertes inesparadas, comenzando por la del marqués de Griñón, Carlos Falcó.

La relación de los hermanos Falcó con Don Juan Carlos viene de lejos: los padres de ambos eran íntimos de los Condes de Barcelona, por lo que solían coincidir en Estoril, lugar donde nació la amistad del marqués y el rey emérito desde muy pequeños. Es más, después de que ambos estudiaran juntos en las Jarillas, la familia del marqués le cedió el Palacio de Indo al rey cuando este decidió volver a Madrid junto a su hermano Alfonso.

Fue en esa época cuando Don Juan Carlos y el marqués forjaron su amistad. Como cualquier hijo de vecino, hacían lo que la juventud designa: encuentros sociales por doquier y salidas a ligar, a las que en alguna ocasión Fernando a hecho referencia, incidendio en que el rey emérito no tenía parangón en este arte. Con los años, estas salidas se tornaron algo más serias: comidas, corridas de toros y fines de semana de caza, afición que ambos compartían y que han llegado a practicar juntos en la finca de Extremadura que dirigió el marqués durante varios años después de su segundo divorcio.