La actriz Annette Bening estrena película: 'Regreso a Hope Gap'. / getty

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Cuatro veces nominada al Oscar, hablamos con Annette Bening de parejas, de la transexualidad de su hijo y de discreción en la nueva normalidad

Cuatro veces nominada al Oscar y, junto a su marido Warren Beatty, parte de la aristocracia de Hollywood, la actriz se adentra en territorio íntimo en la crónica de una ruptura con uno de sus papeles más complejos.

“Voy conduciendo por la autopista, ¿me oyes bien?”, informa Annette Bening (Kansas, 1958). Por encima del ruido, se oye su voz clara, serena y firme. “Fui a ver a mis padres, que celebraban su 70 aniversario de boda. ¿No te parece increíble?”. Para muchos también lo es que la actriz lleve 28 años casada con uno de los seductores más escurridizos de Hollywood, Warren Beatty. A pesar del morbo que rodeó desde el inicio a una de las grandes parejas de Hollywood, ha preservado su intimidad y la de sus cuatro hijos. Solo cuando el mayor de ellos, Stephen Ira, habló públicamente de su transexualidad, Bening sacrificó algo de privacidad en pos de la visibilización del colectivo trans.

Su última película, Regreso a Hope Gap, choca frontalmente con todo esto. No solo expone sin velos la ruptura de un matrimonio tras décadas juntos, sino que se basa en la propia experiencia de William Nicholson, autor de Tierras de penumbra, testigo adulto de la separación de sus padres. “En alguna ocasión le dije que no tenía por qué contármelo todo. Sin embargo, Bill quería abrirse, compartir y comprender. Es lo que más disfruto de mi trabajo, la intimidad entre el autor y el intérprete, el vínculo que te permite contar una historia. Es maravilloso si además, como en este caso, surge una amistad”.

Junto a su marido, el actor y director Warren Beatty. / getty

¿Conserva muchos amigos de las películas, o lo normal es que se pierda el contacto? “Se crea una relación casi familiar, vuelves a verte y es como si no hubieran pasado los años. Vives algo tan intenso que ya te une para siempre”. Además de su marido, Warren Beatty, de quien se enamoró rodando Bugsy en 1991, en esa familia del cine están “sin duda” la directora Lisa Cholodenko y Julianne Moore, con quienes hizo Los chicos están bien, y cineastas independientes como Scott Z. Burns o Mike Mills. “Es una de las razones por las que hago películas, conocer a esta gente tan asombrosa y brillante detrás de ellas”.

Cuando actúo, me doy permiso para profundizar en algunos aspectos como no lo haría en la vida real".

El otro motivo poderoso también es conocerse mejor. “Tiene un punto terapéutico, me doy permiso para profundizar en ciertos aspectos que no lo haría en la vida real”. Si piensa en un ejemplo, recuerda Madres e hijas, “una película muy especial que no vio mucha gente” sobre tres mujeres marcadas por una adopción. “Una señora me cogió un día del brazo en una tienda y me dijo que nunca se lo había contado a nadie, que vivió algo muy parecido y se había reencontrado con aquel hijo que había dado cuando ya era mayor. Es un honor, el reconocimiento de que lo has hecho bien”.

Con cuatro nonimaciones a los Oscar y una carrera envidiable, Bening ha hecho de la discreción seña de identidad. Igual que de la paciencia. No había cumplido 40 años y ya decía que quería hacerse mayor, comprobar qué le ofrecían cuando ya no fuera joven y hermosa. “ Es obvio que en los últimos 20 años se han escrito mejores personajes para mujeres, más complejos, alejados de los estereotipos”. Es el periodo que abarca de American Beauty a la más reciente Las estrellas de cine no mueren en Liverpool. También en el que ha participado en taquillazos con protagonismo femenino, como Capitana Marvel, confirmación del nuevo paradigma.

Un buen momento profesional que ha congelado la pandemia. El remake de Muerte en el Nilo, con un reparto estelar liderado por Kenneth Branagh o Gal Gadot, llegará en diciembre, pero proyectos como Turn of mind junto a Michelle Pfeiffer han quedado en suspenso. “Ignoro cuándo la situación será segura para que vuelva al trabajo”, explica. “ No me puedo quejar: en mi familia todos estamos sanos y seguros. Está siendo muy duro para la gente de la cultura; al menos dos tercios del sector se ha quedado sin empleo. Me preocupan en especial los que estaban empezando, que han visto sus carreras truncadas”. Bening, a quien quedan algunas horas en coche para llegar a casa, sabe que tiene mucho camino por delante.