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Tamara Falcó (las curiosidades de su vida que quizás no conozcas) sopla hoy 39 velas en su tarta de cumpleaños. Lo hace con ausencias con respecto a hace un año que le van a remover el corazón. La hija de Isabel Preysler no tendrá a su lado a su padre. Carlos Falcó falleció el pasado marzo, convirtiéndose en una de las primeras víctimas del coronavirus entre las personalidades conocidas de este país. Una muerte que marcó a Tamara en dos sentidos.
Primero, porque el adiós fue triste y frío. En medio de esas medidas de seguridad por la Covid, no hubo posibilidad de un "buen viaje" en vivo y en directo. Ni de un abrazo que plasmase el cariño recírpoco que se tenían para la eternidad. Tamara estuvo en el tanatorio. Fue fotografiada a la entrada con el dolor lógico de quien acaba de perder a uno de sus referentes de vida. Pero nunca pudo dar la despedida que su corazón guarda.
La segunda marca que le ha dejado esta pérdida es la de ese título nobiliario que le dejó en herencia. Quizás no el más importante, porque no conlleva Grandeza de España, pero sí el más significativo, porque es el que usaba de cara a la opinión pública. Tamara lleva a un nuevo año en su carné de identidad a punto de convertirse en marquesa de Griñón ( aquí, el análisis de lo que significará para ella ostentar este título).
Decimos a punto porque, a pesar de que tenía que haberse ejecutado ya, según los plazos marcados por lo recogido en el BOE del pasado 13 de octubre que establecían un mes para que se hiciera oficial, ella misma explicó la pasada semana, de soslayo, que hay que esperar. Hasta el 25 de noviembre. ¿Por qué? No entró en detalles. Y eso que esa no ha sido la tónica general desde que comenzó su carrera como estrella de la tele.
No es la única muerte a la que ha tenido que hacer frente en un 2020 dramático para la familia. El 3 de septiembre conocíamos que su cuñado, el marido de Xandra Falcó, había fallecido de manera inesperada. Aún quedaba un funeral más: el de su tío Fernando, del que se despidió en el entierro hace un mes escaso.
A Tamara nadie le hacía metida entre sartenes. Pero 'MasterChef Celebrity' resultó ser una catapulta ideal para descubrir que lleva el 'show business' en las venas. Lógico siendo hija de la reina de corazones. Aquello fue el pasado. Ganó. Y ya pocos se acuerdan de su flirteo con Jordi Cruz (parte del espectáculo para el que ha nacido) y de cómo agradeció a sus padres que le hubiesen inculcado la cultura del esfuerzo.
Hoy, es 'El Hormiguero' el que disfruta de esa naturalidad que le es innata. Lo mismo te habla del chófer, que de lo complicado que se lo pone a los fotógrafos en las grandes producciones o los secretos de su hermano Enrique Iglesias, alejado de los 'focos rosas' desde su retiro americano. Allí, brilla. Es capaz, incluso, de eclipsar a ese Pablo Motos que tiene por costumbre ser el más protagonista de todos los que están en escena.
Tamara es mucha Tamara. Y si no fuera porque el fenómeno Cristina Pedroche en Nochevieja lo inunda todo, sería seria candidata a dar las Campanadas 2020. Quizás dentro de un año, para celebrar la entrada en los 40 redondos.