Estoy tremendamente feliz de hacer cine en un año como este”, asegura pletórico Miguel Ángel Muñoz (Madrid, 1983) cuando se le pregunta por Dos vacas y una burra, la comedia que está rodando en Cantabria. Un trabajo que apenas le permite pasar dos (frenéticos) días a la semana en Madrid, para grabar el programa gastronómico Como sapiens (TVE) y hacer un directo de Cuarentata, el espacio que creó durante la cuarentena con su tata Luisa, la mujer de 96 años, hermana de su bisabuela, que le cuidó de niño.
Algo que empezó como un entretenimiento para hacer más llevadero el confinamiento y se convirtió en uno de sus mayores fenómenos virales. Una experiencia que le ha inspirado para crear los Tatajuegos y el documental 100 días con la tata, su debut soñado como director.
MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ. No se puede decir que haya sido el año de nadie, por respeto a lo mal que lo está pasando mucha gente. Por eso me considero un privilegiado; he tenido un año profesional muy bueno, nadie de mi entorno ha sufrido mucho por el virus y he pasado una pandemia maravillosa, disfrutando del mejor tiempo de mi vida con una de las personas que más quiero, mi tata. Si fuese otro año, quizá lo celebraría más públicamente.
Siendo honesto, aún no he sacado una conclusión. Pero sí es verdad que, ante una situación tan extrema, priorizas a la gente que quieres. En mi caso, no dudé en confinarme con mi tata, que por su edad era una persona de riesgo. Pero el mérito no es mío, es de ella. Cuando se es alguien tan excepcional, no te lo cuestionas; lo haces porque es lo que te apetece. Cualquier persona que tuviera a la tata en su vida haría lo mismo.
Es algo mágico, no sé por qué. Quizá en los primeros años de vida se produce una conexión especial. Ella ha vivido sola y yo he trabajado desde muy pequeño, pero siempre he sentido la necesidad de mantener esa relación. Me gusta conservar y cuidar a las personas importantes, como mi tata o mis amigos desde hace 25 años.
Hace 10 años empecé a grabarnos con la sola idea de tener un bonito recuerdo. Pero descubrí que ella disfrutaba muchísimo y era una gran actriz, y que ahí había una historia. Así que escribí un guión y empezamos a rodar. Sin embargo, lo que hemos vivido durante la pandemia me hizo cambiar de planes y condensar todo en este documental, en el que abrimos nuestros corazones y mostramos lo difícil que será separarnos cuando uno de los dos no esté.
Quizá venga de familia. Mis padres, que no han tenido una vida fácil, y la tata, con 96 años, que tiene más mérito, son muy positivos.
Ha sido un proceso natural, me di cuenta de que me iba mejor sonriendo que quejándome. Eso no quiere decir que en ocasiones no esté triste, pero en general soy positivo. Me ha venido muy bien hacer terapia, yoga, meditación, deporte... Pero no existe una fórmula universal que funcione para todos. En esta época, cuando alguien famoso tiene una vida aparentemente exitosa tratamos de imitarle, pero deberíamos empezar por escucharnos a nosotros mismos.
La paciencia es el mejor aprendizaje para la vida. Es sinónimo de aceptación; tenemos prisa para que las cosas salgan como queremos y damos por hecho de que será así, pero al final la vida decide. Yo me trabajo mucho esto para evitar la frustración. Llevo 27 años como actor y sé que, aunque ahora estoy muy liado, quizá mañana no tenga trabajo. Mi talento será el mismo y le pondré las mismas ganas. Hay un factor que no depende de nosotros.
Sí, a nivel personal, no profesional. Cuando me ofrecían cosas de entretenimiento siempre decía que no, pero de MasterChef me llamaron en el último momento y acepté porque no tuve tiempo para pensarlo. Me lo tomé como un reto: ver hasta dónde podía llegar en algo de lo que no tenía ni idea. Me ha abierto un mundo maravilloso y gente que solo me conocía por mis personajes, porque soy muy reservado con los temas personales, me ha mostrado mucho cariño.
Solo que, gracias a la vacuna, superemos esta situación. Y a ver si termino de cumplir mi sueño de 2020: hacer la película con la tata. Soy mucho de ponerme objetivos, a veces demasiado ambiciosos, pero he aprendido que mi felicidad no depende de que los cumpla.
20 de enero-18 de febrero
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