“No sé cómo organizarlo todo. Para mí, es un auténtico desafío todas los días. Pero sí sé cómo puedo mantener mi energía: gracias a la meditación. La practico todas las mañanas o, si no puedo en otro momento, cuando voy en el coche, pero tengo que meditar todos los días porque lo necesito. Es algo que me relaja y, a la vez, me hace ser consciente del momento presente. Cuando estás así, con los pies en el suelo, eres más objetiva. Es como un poder mágico. Generalmente no soy una mujer de rutinas, ni físicas ni mentales. Hago yoga y sudokus, pero no todos los días. Ojalá tuviera más rutinas, me gustar ser capaz de organizarme.
Durante el confinamiento a causa de la pandemia, mi mayor desafío fue afrontar el miedo y la incertidumbre. Fue una sensación muy extraña no tener una agenda con planes o unos horarios fijos, sentir que había tantas cosas en el aire, la incertidumbre de no tener claro lo que nos esperaba. Pero también ha habido algunas ventajas. Por ejemplo, pude disfrutar mucho de mi esposo, François [Henri Pinault, presidente del conglomerado de lujo Kering, que agrupa a firmas como Balenciaga, Gucci o Yves Saint Laurent]. El tiempo que antes pasábamos de un lado a otro lo aprovechamos para desayunar cada día juntos. Me despertaba emocionada por poder ver crecer las plantas. Nunca había oído cantar a tantos pájaros en Londres. Me encantan los animales. Tengo 30 en casa, entre perros, loros y alpacas. Mis perros y mi búho estaban en el paraíso, porque pude dedicarles mucho tiempo. Pero cuidarlos también fue una terapia para mí. Ellos me animaron.
Esta etapa está siendo difícil para los adolescentes. Mi hija Valentina, de 12 años, es muy independiente y está ocupada con sus clases online y los deberes que le mandan, pero ha echado mucho de menos a sus amigos. Me alegro de no haber tenido a mi hija antes [Salma tenía 41 años cuando nació Valentina]. Creo que eso me ha hecho una mejor madre, porque antes he podido hacer realidad muchas cosas que eran importantes para mí. Lo más importante es que la tuve con la persona adecuada, François, y cuando podía concentrarme en la maternidad.
Vivo en Londres, pero aún quiero a México con todo mi corazón y trato de educar a Valentina en la cultura que recibí. No echo de menos mi país, porque lo llevo dentro. Siento nostalgia, pero de cómo fue hace tiempo, porque ahora hay allí mucha violencia.
Cuando no estoy trabajando, lo que más me gusta es bucear. Aprendí con 10 años y es la mejor manera de comprobar cuál es el grado de deterioro real de nuestro planeta. Si visitas los mismos fondos en los que has buceado hace algunos años, puedes ver cómo los arrecifes de coral se están destruyendo y cómo cada vez te encuentras con menos peces.
Nunca me ha interesado la moda. A través de François he llegado a conocer mejor todo el mundo que rodea a esta industria. Tengo un buen armario, pero también hay momentos en los que digo: “¡Dios mío!, ¿qué me pongo?”. O me pregunto: “¿Todavía me sienta bien esta prenda? ¿Por qué esto ya no me gusta tanto como antes?”. Pero nunca he sido una mujer de esas que piensa: “Ay, qué deprimida estoy, así que voy a comprarme un vestido’”.
Una actividad : Con tanto tiempo libre, he redescubierto mi jardín. Aunque siempre me ha gustado, el tiempo que hemos estado en casa me ha hecho apreciarlo aún más.
Una app: A mi hija Valentina le encanta conectarse con sus amigos con Houseparty y veer los vídeos de TikTok.
Una serie: Decidimos ver en familia Mentes criminales durante el confinamiento, porque no sabíamos cuánto tiempo teníamos por delante y es una serie con muchas temporadas.
Un look: Mi pijama. Vestida con él es cuando más me siento yo mismo.
Un cosmético: Descubrí el aceite de laurel en Grecia y lo sigo utilizando. Es fantástico para cuidar el cabello.
Un libro: Los sudokus, soy muy buena haciéndolos.
Soy feminista, pero sobre todo diría que me considero humanista, y creo que las mujeres son las más oprimidas. Irrumpir en la industria cinematográfica estadounidense me enseñó la ignorancia que existe en un lugar que siempre había admirado, como es Hollywood. Pero también me enseñó a no tomármelo como un ataque personal, sino como una posibilidad de cambiar ideas equivocadas y también de recuperar oportunidades perdidas.
Por ejemplo, cuando cree Ugly Betty [la versión estadounidense de Betty la fea], las cadenas de televisión no querían la serie. Así que decidí reunirme con algunos anunciantes y les mostré un estudio que había hecho sobre los consumidores hispanos. Les pregunté directamente: “¿Les interesaría este programa?”. No solo estaban interesados en anunciarse durante su emisión, ¡también querían financiar toda la producción! Con ese plan de negocio fui después a la cadena y me dijeron: “Está bien, lo haremos nosotros”. Por eso tengo claro que tienes que buscar todas las oportunidades a tu alcance.
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20 de enero-18 de febrero
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