Beatriz Montañez se colaba, cada noche, en miles de hogares a través de El Intermedio (La Sexta). La presentadora manchega funcionaba como dupla perfecta del Gran Wyoming. Sin embargo, tras cinco años, rompió su relación con Atresmedia para centrarse en su carrera como actriz. Años más tarde reapareció en Hable con ellas (el mismo programa de Telecinco donde pudimos ver a Rocío Carrasco ), pero su nueva aventura televisiva apenas duró tres meses. Ahora, ha vuelto a ser protagonista en los medios y no es por un nuevo programa de televisión, sino porque en una entrevista a la que acudía para presentar su libro Niadela (Errata Naturae Editores), ha explicado que hubo un tiempo en que necesitó romper con todo y, actualmente, vive en una cabaña en el bosque con 150 euros al mes.
En pleno bosque, “buscando lo que no tenía aunque haya quien pudiera pensar que lo tenía todo”, como señala Angels Barceló durante la entrevista, Beatriz Montáñez se dirige a la audiencia que escucha el programa entre lágrimas, emocionada por haber vuelto a escuchar cortes de su paso por la televisión que hacía mucho que no escuchaba y reconociendo que llevaba cinco años aislada.
“La soledad es, ha sido y será para mí la mejor amiga que he tenido nunca”, explica. Dice que su encierro es un encierro en el sentido bueno, “que es cuando lo haces voluntariamente todo”. Y decidió que ese era su camino porque hubo un momento en su vida en el que no sabía qué elegir. “Pasó que estaba perdida no, perdidísima. Es muy difícil cuando no tienes un camino concreto por el que caminar y ves decenas de bifurcaciones a tu alrededor y no sabes cuál tomar (…) quería picar un poco de todo, como las gallinas, y al final te das cuenta de que siempre hay que elegir. La vida es pura elección. Y yo tenía grandes dificultades para elegir”.
Después de un periodo en el que sintió que había mucho “ruido” en su vida que le provocaba una gran inestabilidad y tras escuchar un tictac en su cabeza que le hizo sentir que en cualquier momento iba a explotar, decidió que necesitaba silencio y se marchó.
“ En estos 5 años de soledad me di cuenta de que había perdido muchas partes de mí misma. Creo que desde que nacemos somos moldeados por nuestros padres, por la escuela, por las personas que nos rodean y vamos tirando a la basura pequeños trocitos de quienes somos para gustar, para encontrar nuestro grupo, para identificarnos, para integrarnos. Al final yo llegué a Niadela dándome cuenta de que quedaba muy poco de quien yo era”, ha explicado durante la entrevista.
Su paso por la televisión y recibir opiniones por parte de todo el mundo sobre ella, su vida o las decisiones que había tomado, llegó a afectarle mucho. Tanto fue así que cogió sus ahorros, se fue a una casa de pastores abandonada, se puso “una mensualidad muy pequeñita” –que no supera, en el peor de los casos, los 150 euros al mes-, e instaló un equipo fotovoltaico. ¿El resultado? Cinco años de soledad –de la buena, la voluntaria- que han funcionado mucho más que todos esos viajes de juventud que hizo tratando de encontrarse a sí misma.
Hay un momento en Niadela en que cuenta cómo se corta un dedo con la motosierra. "Inconscientemente cojo el trozo y me lo vuelvo a poner. No sé muy bien por qué lo hago (..) Con los años me di cuenta que es una metáfora muy bonita de lo que me estaba ocurriendo aunque en ese momento no supiera porqué y tenía que ver con el hecho de haber recogido a lo largo de toda mi vida todos esos trozos de mí que había tirado a la basura para volver a recomponerme de nuevo”.
20 de enero-18 de febrero
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