Ana Obregón, Alessandro Lecquio y Antonia Dell'Atte: así fue el triángulo amoroso más legendario de los años 90

Si hubo alguna vez una mujer despechada que usó los medios como altavoz, esa fue Antonia Dell'Atte. Y si hubo alguna vez una «querida» que contestara con idéntico ímpetu y en esos mismos medios, esa fue Ana Obregón. Los 90 fueron testigos del rifirrafe sentimental con triángulo amoroso incluido más escandaloso (y machista) de la prensa rosa.

Cuando un noble decide dejarlo todo por amor a una «plebeya» puede salir muy bien, al estilo la reina Letizia o bastante mal, como Naty Abascal y el duque de Feria. Pero el caso del noble italiano, Alessandro Lecquio, la musa de Armani, Antonia Dell'Atte, y la bióloga/presentadora todoterreno Ana Obregón redifinió en los 90 el paradigma de lo que es un matrimonio entre un biznieto de rey y una humilde chica del sur de Italia que sale de la peor forma posible. Ana Obregón, que acaba de ser madre mediante madre de alquiler y por gestación subrogada.

La guerra provocada por el triángulo amoroso Lequio-Dell'Atte- Obregón comenzó ante las cámaras de televisión y la paz no se firmó hasta 25 años más tarde en una portada del Hola casi histórica. Eso nos da una ligera idea de cómo fue de épica la trifulca y cual fue el grado de exposición mediática del escándalo que sirvió para alimentar todo tipo de formatos del corazón casi semana a semana durante décadas.

La historia en sí era más viaja que el hilo negro: un noble se casa con una chica humilde atraído por su belleza y al cabo del tiempo la abandona por otra mujer. Pero lo que trastocó para siempre esta historia de infidelidad clásica es que hasta los 90 nunca a una mujer despechada se le ofreció la posibilidad de hacerse la prueba del polígrafo en televisión mientras llamaba «cerdito» al hijo que su marido había tenido con «la otra» y jamás antes «la otra» contestó a la mujer oficial de su pareja en la portada de una revista del corazón. Y todo esto sucedió una y otra vez durante 25 años entre dos mujeres que se insultaban por un hombre que no le fue fiel a ninguna de las dos.

Cómo comenzó el idilio de Antonia Dell'Atte y Alessandro Lecquio

La historia de amor de Antonia Dell'Atte y Alessandro Lecquio era el típico romance de cuento de hadas de los ochenta que hoy tendría más red flags que las primeras películas de Mario Casas. Cuentan los implicados que la primera vez que el autodenominado conde italiano vio por primera vez a la diva italiana fue en 1987 cuando entró por error en un baño y se la encontró desnuda sumergida en una bañera de agua caliente. Un año más tarde la invitó a su fiesta de cumpleaños y la declaró amor incondicional y eterno: en total estuvieron cuatro meses ennoviados antes de pasar por el altar el 2 de abril de 1988 por la sencilla razón de que ella estaba embarazada.

Como él era familia del rey de España y ella una top model internacional bellísima pero de orígenes tremendamente humildes la prensa quiso ver en la pareja el cuento de la Cenicienta revisitado. La familia de él tenía otra visión, quizá un poco más sensata, de los hechos y la madre de Alessandro Lecquio, Donna Sandra, ni se dignó a acudir a la ceremonia, aunque sí se presentó cuando nació su nieto Clemente.

Antonia Dell'Atte con su hijo / instagram

Con la boda llegaron las tensiones y para cuando la pareja se instaló en Madrid en 1990 apenas seguían juntos «por el bien del niño». En Madrid no solo encontraron un empleo en Fiat para Alessandro Lecquio, sino un país que estrenaba canales de televisión y formatos de cotilleo a cada cual más sensacionalista y, sobre todo, la encontraron a ella, a Ana Obregón, la mujer ubicua en todas las pantallas de televisión, empoderada, magnífica y capaz de todo, que lo mismo presentaba un programa de variedades que bailaba con el príncipe Alberto en el baile de la rosa monegasco.

Cómo empezó la relación de Ana Obregón y Alessandro Lecquio

La presentación oficial entre Lecquio y la otra protagonista femenina de esta historia tuvo lugar en una cena en 1991 y los rumores de infidelidad fueron de menos a más. Mientras Antonia se había retirado temporalmente a Italia, a la nueva pareja se la podía ver por toda la capital. Al final les pillaron en el aeropuerto y los reporteros de televisión hicieron lo que solían hacer en aquellas fechas: apostarse ante la mujer herida y grabarlo todo, solo que lo que se encontraron no fue a una mujer llorosa, sino a una modelo italiana altiva y despechada, había nacido una estrella.

Años más tarde, Antonia Dell'Atte recordaría aquel momento más como una liberación que como un trauma: «En el fondo yo estaba encantada. Él mismo se había cavado su propia tumba. Pero claro, mienstras yo me libraba de Dado empezaba el escándalo que ha durado 25 años». El escándalo comenzó con aquellas declaraciones a pie de micro y continuó con ella negando la posibilidad de divorcio y Ana Obregón teniendo un hijo con Lecquio en 1992. Pero sin duda el punto álgido fue cuando Antonia decidió ir a televisión.

Ana Obregón, Alessandro Lecquio y el hijo que tuvieron en común, Alejandro. / gtres

El programa en cuestión se llamaba La máquina de la verdady consistía en hacerle preguntas a un invitado mientras le sometían a la prueba del polígrafo. Fue un espectáculo tan grande el que dio la italiana en aquel programa que nunca jamás consiguieron repetir que siete millones de espectadores se quedaran clavados delante del televisor. Les fue tan bien que volvieron a emitirlo en horario de tarde por si alguien se había perdido a Antonia despotricando en un español macarrónico y llamando de todo a su marido y su amante mientras el presentador la advertía que no se sobreexcite, que iba a causar muy mala impresión.

Estaba escrito en los códigos morales de la época que la engañada era «la buena» de la historia y «la otra», la mala. Que una mujer «cornuda» debía permanecer avergonzada y que la amante debía de ser una fresca. Pero a Antonia Dell'Atte le importaba un pimiento ser la buena y Ana Obregón era una mujer capaz de defenderse de cualquiera, mas aún, si se hablaba de su hijo. Desde aquel octubre de 1993 televisivo las demandas a los medios y entre las dos mujeres volaban y los titulares y las pullas también. Si Antonia declaraba que «Ana tiene silicona hasta en el cerebro», Ana Obregón respondía en un televisivo en prime time «me excita mucho que la gente hable mal de mí». Y así durante 25 años, a pesar de que Ana Obregón y Alessandro Lecquio nunca se casaron, a pesar de que él fue infiel a Ana Obregón como se lo fue a Antonia Dell'Atte. Y todo el mundo seguía mirando.