Con ella se rompió el molde. Imposible encontrar una trayectoria profesional y personal como la de Ana Obregón (66 años), icono de la televisión española y una de las personalidades de nuestra vida social más queridas y seguidas de este y del pasado siglo. En los últimos años, la tragedia le ha dado un vuelco a su biografía y la ha colocado en un lugar en el que ninguna persona quisiera estar. El fallecimiento en mayo de 2020 de su único hijo, Álex Lequio, y de su madre Ana María Obregón un año después marca un antes y un después en su imagen pública.

No queremos, sin embargo, mirar a Ana Obregón con conmiseración, sino celebrar su personalidad y talento único, que la convirtió en una estrella de la televisión muy particular: una especie de vecinita de al lado con el sexy justo como para gustarle al hijo, el padre, el abuelo. Y a ellas, por maja e inofensiva también.

Antes que 'starlette' de influencia ascendente, Ana Obregón era la hija adorada de una familia bien (más que bien: su padre, el arquitecto Antonio García Fernández, tenía una constructora) de Madrid. De pequeña estudió piano y ballet y cumplió con el requisito de todas las niñas bien de la época y pasó por la universidad: se licenció en Biología. Su familia la apodaba Antoñita la fantástica por sus sueños de fama y candilejas, pero la apoyó cuando quiso dejar atrás su rutina acomodada en Madrid para irse a Londres con 20.000 pesetas en el bolsillo. Esperaba triunfar como modelo, cosa que no consiguió. Volvió a Madrid y comenzó a hacer papeles en televisión, pero siempre con su sueño de triunfar a lo grande en la recámara.

Quiso triunfar en el cine internacional y se apuntó a la serie b (sobre todo destape y acción) en películas que no tuvieron demasiado éxito, a excepción de 'Bolero' (1984), con el mito erótico de la época, Bo Derek. Esta comedia erótica dirigida por John Derek fue estrenada en más de 1.000 salas en Estados Unidos alcanzó el número 3 de la taquilla. En Estados Unidos, su gran momento fue su participación en un doble capítulo de la serie 'El Equipo A' y en la mítica serie 'Hospital general', donde interpretó el consabido papel de latina sexy. Participó además en varios 'tal shows' nocturnos, como el de Johnny Carson, donde la entrevistaron junto a la enorme Bette Midler. Ana Obregón le debe a esta experiencia americana su particular manera de interpretar lo sexy, más cerca del puritanismo estadounidense que del porno suave que se llevaba en Europa.

Ana Obregón jugó desde siempre la carta del sexy suave e inofensivo, un erotismo de baja intensidad y con cierto sentido del humor que seduce sin molestar, que sugiere sin destapar y que cae en gracia a la familia entera. Un perfil dificilísimo que resultaba funcional en el panorama de medios de comunicación de los años 80, cuando toda España veía el mismo canal de televisión. Eran tiempos en los que ni las audiencias ni la segmentación de las mismas tenía demasiado sentido, más allá de los dos rombos que aparecían en las películas eróticas para mayores de 18 años que se programaban los sábados por la noche.

Otro contrapeso que, como el de la niña bien de Madrid, hizo que Ana Obregón se mantuviera siempre en los límites de lo familiar fue el mito de la supermujer que dominó el ideal femenino en los años 80. En aquellos años, las mujeres se creyeron que podían tenerlo todo: ser bellas, sexy, profesionales, hijas perfectas, madres entregadas y amas de casa hacendosas. Un modelo irrealizable que Ana Obregón encarnó como pocas. Ella sola reunía el ideal erótico de la mujer, el ideal de la hija respetuosa, el ideal de la profesional de éxito y muy pronto se convertiría, además, en madre (de Álex) y esposa de Alessandro Lequio, del que se separaría en 1993, después de tres años de relación.

De 1993 a 1998, Ana Obregón presentó junto a Ramón García uno de los programas más míticos de esos años: '¿Qué apostamos?'. Por el plató pasaron grandes estrellas como Sofía Loren y son inolvidables las duchas que se llevaban a cabo al final de cada programa. Una vez más se demostró el talento de Ana Obregón para fijar los límites de lo admisible en el 'mainstream familiar': las duchas eran irremediablemente sexy, pero ella se metían bajo el agua total e invariablemente vestida. Gracias a esta sabia decisión, Ana Obregón logró alcanzar, el 4 de mayo de 1993, el 41,2% de share y casi seis millones doscientos mil espectadores.

Ana Obregón puede presumir de haber alcanzado índices de audiencia estratosféricas con sus trabajos televisivos. Durante 1996 fue una de las protagonistas de 'Hostal Royal Manzanares', el vehículo cómico de lucimiento de la mítica Lina Morgan. En el episodio del 15 de mayo se alcanzó un share del 50,6% con más de ocho millones y medio de espectadores. Unas cifras también excepcionales fueron las que cosechó con 'Ana y los 7', un producto ideado por ella, del que fue además guionista, que logró su récord el 29 de enero de 2003 con casi siete millones de espectadores. Interpretaba a una niñera y profesional de la barra fija. Aquí, hasta sus intentos de 'streap-tease' eran más cómicos que eróticos. Otra jugada maestra.

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